EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS

Allan Kardec

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302. Esperando que se haga la unidad, todos creen que la verdad está de su parte y sostienen estar ellos solos en lo verdadero; ilusión que no deja de entretener a los Espíritus mentirosos; ¿en qué puede basarse el hombre imparcial y desinteresado para formar juicio? La más pura luz no la obscurece ninguna nubecilla, el diamante sin mancha es el que tiene más valor; juzgad, pues, a los Espíritus por la pureza de su enseñanza. La unidad se hará del lado en que el bien no habrá estado nunca mezclado con el mal; a este lado se reunirán los hombres por la fuerza de las cosas porque juzgarán lo que es y en donde está la verdad. Observad, por lo demás, que los principios fundamentales por todas partes son los mismos y deben reuniros en un pensamiento común: el amor a Dios y la práctica del bien. Cualquiera que sea, pues, el modo de progresar que se suponga para las almas, el objeto final es el mismo y el medio de conseguirlo es también el mismo: hacer el bien; no hay, pues, dos modos de hacerlo. Si nacen desidencias capitales en cuanto al principio de la doctrina, tenéis una regla cierta para apreciarlas. Esta regla es la siguiente: La mejor doctrina es aquella que más satisface al corazón y a la razón, y que más elementos tiene para conducir a los hombres al bien; yo os aseguro que es la que prevalecerá.
El Espíritu de Verdad.


Observación. — Las contradicciones que se presentan en las comunicaciones espiritistas pueden depender de las siguientes causas: de la ignorancia de ciertos Espíritus; de la superchería de Espíritus inferiores, que por malicia o maldad dicen lo contrario de aquello que ha dicho en otra parte el Espíritu cuyo nombre usurpan; de la voluntad del mismo Espíritu que habla según los tiempos, los lugares y las personas, y puede juzgar útil no decirlo todo a todo el mundo; de la insuficiencia del lenguaje humano para expresar las cosas del mundo incorporal; de la insuficiencia de los medios de comunicación que no siempre permiten al Espíritu manifestar todo su pensamiento; en fin, de la interpretación que cada uno puede dar a una palabra o a una explicación, según sus ideas, sus preocupaciones o el punto de vista desde el cual mira la cosa. El estudio, la observación, la experiencia y la abnegación de todo sentimiento de amor propio, pueden enseñar a distinguir estas diferencias.