EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo

Allan Kardec

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3. El infierno de los paganos, descrito y dramatizado por los poetas, ha sido el modelo más grandioso en su género. Se ha perpetuado en el de los cristianos, el cual también tuvo sus cantores poéticos. Comparándolos se encuentra en ellos, salvo los nombres y algunas variaciones en los detalles, numerosas analogías: en uno y en otro el fuego material es la base de los tormentos, porque simboliza los más crueles padecimientos. Pero, ¡cosa extraña!, los cristianos, en muchos puntos, han sobrepujado al infierno de los paganos. Si estos últimos tenían en el suyo el tonel de las Danaides, la rueda de Ixan, la roca de Sísifo, eran suplicios individuales, pero el infierno cristiano tiene, para todos, sus calderas hirviendo, cuyas coberturas levantan los ángeles para ver las contorsiones de los condenados, (2) y Dios oye sin piedad los gemidos de éstos durante la eternidad. Jamás dijeron los paganos que los moradores de los Campos Elíseos recreasen su vista con con los suplicios del Tártaro. (3)


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2. Sermón predicado en Montpellier en 1860.
3. “Los bienaventurados, sin salir del lugar que ocupaban, saldrán de cierto modo, en virtud de su don de inteligencia y de clarividencia, a fin de contemplar los tormentos de los condenados. Y viéndoles, no sólo no sentirán ningún dolor, sino que les enajerará la alegría, y darán gracias a Dios de su propia dicha asistiendo a la inefable calamidad de los impíos” (Santo Tomás de Aquino).