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EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO > EL GÉNESIS > CAPÍTULO I - Caracteres de la revelación espírita > 52
52. Por otra parte, es necesario recordar que en ningún sitio la enseñanza espírita fue
completa. La variedad y cantidad de temas a tratar y las enormes exigencias: conocimientos y
aptitudes mediúmnicas especiales hubieran hecho imposible reunir en un determinado lugar todas
las condiciones necesarias. La enseñanza debía ser colectiva y no individual, por lo cual los
espíritus dividieron el trabajo, diseminando los temas de estudio y observación, al igual que en
ciertas fábricas varios obreros construyen los diferentes partes de un mismo objeto.
La revelación se hizo de manera parcial en diferentes lugares y mediante una gran cantidad
de intermediarios, y es así como continúa haciéndose, ya que todo no ha sido revelado. Cada centro
encontró en los demás el complemento de lo que obtuvo, y el conjunto y la coordinación de todas
las enseñanzas parciales han integrado la Doctrina Espírita. Era necesario agrupar los hechos
dispersos para comprobar su correlación, reunir la documentación y las instrucciones dadas por los
espíritus sobre diferentes puntos y otros diversos para comparar, analizar y estudiar analogías y
diferencias. Como las comunicaciones recibidas provienen de espíritus de todas las categorías,
desde las más adelantadas hasta las menos avanzadas, era preciso acordar el grado de confianza que
la razón podía permitirles, diferenciar las ideas individuales y aisladas de aquellas que aparecían en
la enseñanza general de los espíritus, separar las ideas utópicas de las prácticas, suprimir aquellas
otras, notoriamente desmentidas por los descubrimientos de la ciencia positiva y la lógica sana,
utilizar los errores y los datos brindados por los espíritus, incluso los recibidos de espíritus
atrasados, para conocer el estado del mundo invisible y crear un conjunto homogéneo. En resumen:
era indispensable formar un centro de elaboración, libre de prejuicios y preconceptos, dispuesto a
aceptar la verdad cuando ésta fuese evidente, aunque estuviese en franca oposición con las
opiniones personales. Ese centro se creó sin premeditados y por la fuerza de las circunstancias.4