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EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO > CAPÍTULO XV - Sin caridad no hay salvación > Sin la verdad no hay salvación
Sin la verdad no hay salvación
8. En tanto que la máxima: "Sin caridad no hay salvación", se apoya en un
principio universal y prepara a todos los hijos de Dios al acceso en la felicidad suprema,
el dogma: "Fuera de la Iglesia no hay salvación", no se apoya en la fe fundamental en
Dios y en la inmortalidad del alma, fe común a todas las religiones, sino "en la fe
especial en dogmas particulares". Es exclusivo y absoluto; en vez de unir a los hijos de
Dios, los divide; en lugar de excitar el amor de sus hermanos, mantiene y sanciona la
irritación entre los sectarios de los diferentes cultos, que se consideran recíprocamente
como malditos en la eternidad, aun cuando fuesen parientes o amigos en este mundo;
desconociendo la grande ley de igualdad ante la tumba, los separa también en el campo
del reposo. La máxima: "Sin caridad no hay salvación", es la consagración del principio
de la igualdad ante Dios y de la libertad de conciencia; con esta máxima por regla, todos
los hombres son hermanos, y cualquiera que sea el modo de adorar a Dios, se tienden la
mano y ruegan unos por otros. Con el dogma: "Fuera de la Iglesia no hay salvación", se
lanzan el anatema, se persiguen y viven como enemigos; el padre no ruega por el hijo, ni
el hijo por su padre, ni el amigo por el amigo; sino que se creen recíprocamente
condenados para siempre. Este dogma es, pues, esencialmente contrario a las
enseñanzas de Cristo y a la ley envangélica.
9. "Sin la verdad no hay salvación", sería el equivalente de: "Fuera de la Iglesia
no hay salvación", y enteramente exclusivo, porque no hay una sola secta que no
pretenda tener el privilegio de la verdad. ¿Qué hombre es el que puede vanagloriarse de
poseerla por completo, cuando el círculo de los conocimientos se ensancha sin cesar y
cuando las ideas se rectifican todos los días? La verdad absoluta es sólo patrimonio
de los espíritus del orden más elevado, y la humanidad terrestre no podía pretenderla,
porque no le es dado el saberlo todo; sólo puede aspirar a una verdad relativa y
proporcionar a su adelantamiento. Si Dios hubiese hecho de la posesión de la verdad
absoluta la condición expresa de la felicidad futura, este sería un decreto de proscripción
general; mientras que la caridad aun en su más alta acepción, puede ser practicada por
todos. El Espiritismo, de acuerdo con el Evangelio, admitiendo que puede uno salvarse,
cualquiera que sea su creencia, con tal que observe la ley de Dios, no dice: "Fuera del
Espiritismo no hay salvación"; y como no pretende enseñar aún toda la verdad, tampoco
dice: "Sin la verdad no hay salvación", máxima que dividiría en vez de unir y perpetuaría
el antagonismo.