Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1860

Allan Kardec

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Junio

Boletín de la sociedad parisiense de estudios espíritas

AVISO


A partir del 15 de julio próximo, la oficina de redacción de la REVISTA ESPÍRITA y el domicilio particular del Sr. ALLAN KARDEC serán transferidos a la calle Sainte-Anne Nº 59, Pasaje Sainte-Anne.

Viernes 4 de mayo de 1860 (Sesión particular)

Lectura del acta y de los trabajos de la sesión del 17 de abril.

De acuerdo con el parecer y con la propuesta de la Comisión, y después de informe verbal, la Sociedad admite como socios libres: 1º) al Sr. Achille R..., empleado en París; 2º) al Sr. Serge de W..., de Moscú.

Comunicaciones diversas – 1ª) Carta de la Sra. P..., médium, de Ruán, que dice que varios Espíritus sufridores, evocados en la Sociedad, han ido a buscarla espontáneamente para agradecerle por haber orado por ellos. Desde que ella ha recobrado su facultad medianímica, solamente ha entrado en contacto –dice ella– con Espíritus infelices. Le han dicho que su misión era principalmente la de ayudarlos a aliviar su sufrimiento.

2ª) Lectura de un dictado espontáneo sobre La vanidad, obtenido por la Sra. Lesc..., médium, miembro de la Sociedad, por parte de su Espíritu familiar. (Publicado más adelante.)

3ª) Carta del Sr. Bénardacky, fechada en Bruselas, que contiene una comunicación que él ha obtenido sobre la teoría de la formación de la Tierra por incrustación de varios cuerpos planetarios, y el estado cataléptico en el cual son encontrados sus primeros habitantes y los otros seres vivos. Esta comunicación tuvo lugar a propósito de un fenómeno de catalepsia voluntario que se habría producido –dicen– con algunos habitantes de la India y del interior de África. Ese fenómeno consiste en que ciertos individuos se harían enterrar vivos, a cambio del pago de una suma de dinero, y al cabo de varios meses volverían a la vida, después de ser retirados del ataúd.

El Sr. Arnauld d’A..., miembro de la Sociedad, antiguo amigo y consejero del fallecido rey de Abisinia, y que residió mucho tiempo en ese país, cita dos casos de su conocimiento, de los cuales uno ocurrió en Inglaterra y el otro en la India, y que parecen confirmar la posibilidad de la catalepsia voluntaria de corta duración; pero él declara que nunca ha conocido hechos de la naturaleza citada por el Sr. Bénardacky. El Sr. d’A..., que está familiarizado con la lengua y las costumbres de ese país, el cual observó como hombre de Ciencia, estaría asombrado de que hechos tan extraordinarios no hubiesen llegado a su conocimiento, de donde se puede suponer que haya habido una exageración.

Estudios – 1º) Se pregunta si se puede hacer una nueva evocación del Sr. Jules-Louis C..., muerto en el hospital del Val-de-Grâce en condiciones excepcionales, y ya evocado el 24 de febrero (ver el número de abril, página 97). Este pedido es motivado por la presencia de una persona de su familia que tiene un gran interés en dicha evocación y, además, por el deseo de evaluar el progreso que él puede haber hecho después. –Responde san Luis que el Espíritu prefiere ser llamado en una sesión íntima.

2º) Cuestiones sobre la teoría de la formación de la Tierra por incrustación y sobre el estado cataléptico de los seres vivos en su origen, a propósito de la comunicación del Sr. Bénardacky. Al respecto, numerosas observaciones son realizadas por varios miembros.

3º) Estudio sobre el fenómeno, relatado en la última sesión, de un perrito que reconoce a su dueño evocado. El Espíritu Charlet interviene espontáneamente en la cuestión y desarrolla una teoría en la cual resalta la posibilidad del hecho. (Publicado más adelante.)

Viernes 11 de mayo de 1860 (sesión general)

Lectura del acta y de los trabajos de la sesión del 4 de mayo.

Comunicaciones diversas – 1ª) Carta del Sr. Rabache, escrita de Liverpool, en la que relata una comunicación espontánea que le ha sido dada por Adam Smith, sin que la haya provocado; después narra la conversación que se siguió a dicha comunicación, en la cual las respuestas eran dadas en inglés, mientras que las preguntas eran hechas en francés. En esta conversación, Adam Smith critica el punto que sirvió de base a su sistema económico; él dice que, si escribiera hoy su libro sobre los Sentimientos Morales, daría a éstos por principio: la conciencia innata, teniendo como móvil especial el amor.

2ª) Segunda carta del Sr. Bénardacky, que completa las comunicaciones que él ha obtenido sobre la catalepsia.

Nota – En una sesión particular, san Luis, interrogado sobre el valor de estas comunicaciones, confirma varias partes de las mismas, pero agrega lo siguiente, por intermedio del Sr. T..., médium:

«Podéis estudiar esas cosas, pero os aconsejo a no publicarlas todavía; son necesarios muchos otros documentos, que os serán dados más tarde, y que las circunstancias traerán. Al publicarlos ahora, vosotros correríais el riesgo de cometer graves errores, que seríais obligados a corregir, lo que sería lamentable y haría mucho daño al Espiritismo. Por lo tanto, sed muy prudentes en lo que atañe a las teorías científicas, porque es sobre todo ahí que debéis temer a los Espíritus impostores y a los pseudosabios. Recordaos lo que tan a menudo se os ha dicho: los Espíritus no tienen la misión de traeros la Ciencia totalmente resuelta, que debe ser el fruto del trabajo y del genio del hombre, ni de levantar todos los velos antes que el tiempo haya llegado. Sobre todo, tratad de mejoraros: he aquí lo esencial; Dios tendrá más en cuenta vuestro buen corazón y vuestra humildad, que un saber donde la curiosidad ocupa frecuentemente la mayor parte. Es practicando Sus leyes –practicándolas, comprended bien– que mereceréis ser asistidos con las comunicaciones de los Espíritus verdaderamente superiores, que nunca engañan.»

No es posible ignorar la profundidad y la elevada sabiduría de estos consejos. Este lenguaje, simple y sublime al mismo tiempo, marcado por una extrema benevolencia, contrasta singularmente con el tono altivo y mordaz o con la jactancia de los Espíritus que se imponen.

3ª) Lectura de una noticia enviada por el Sr. de T..., conteniendo la descripción de un mundo muy superior, al cual su Espíritu ha sido transportado durante el sueño. Ese mundo parece tener mucha analogía con el estado señalado para el planeta Júpiter, pero en un grado aún más elevado.

Estudios – 1º) Dos dictados espontáneos son obtenidos: uno por la Sra. Parisse, firmado por Louis; el otro por el Sr. Didier Hijo, firmado por Gérard de Nerval.

2º) Cuestiones relacionadas con la visión del Sr. T..., dirigidas a san Luis. Lo vago y la incoherencia de las respuestas revelan la evidente intromisión de un Espíritu embustero.

3º) Evocación de Adam Smith, a propósito de la carta del Sr. Rabache. Preguntas sobre sus actuales opiniones, comparadas con las que ha emitido en sus obras. Él confirma lo que ha dicho al Sr. Rabache, en lo tocante al error del principio que sirvió de base en sus evaluaciones morales.

Viernes 18 de mayo de 1860 (Sesión particular)

Lectura del acta y de los trabajos de la última sesión.

De acuerdo con el parecer y con la propuesta de la Comisión, y después de informe verbal, la Sociedad admite como socios libres: 1º) al Sr. B..., comerciante de París; 2º) al Sr. C..., también comerciante de París.

Comunicaciones diversas – 1ª) Lectura de la siguiente comunicación, obtenida en una sesión particular por la Sra. S..., médium, acerca de los trabajos de la última sesión.

Preg. ¿Por qué san Luis no se comunicó el viernes pasado, a través del Sr. Didier, y dejó hablar a un Espíritu embustero? –Resp. San Luis estaba presente, pero no quiso hablar. Además, reconocisteis que no era él. Es lo esencial. No habéis sido engañados, desde el momento en que habéis reconocido la impostura.

Preg. ¿Cuál era su objetivo al no querer hablar? –Resp. Podéis preguntarle a él mismo; está aquí.

Preg. San Luis, ¿podríais darnos a conocer el motivo de vuestra abstención? –Resp. Quedasteis contrariado con lo que pasó; entretanto, debéis saber que nada sucede sin motivo. A menudo hay cosas cuyo objetivo no comprendéis y que a primera vista os parecen malas –porque vosotros sois muy impacientes–, pero cuya sabiduría reconoceréis más tarde. Por lo tanto, tranquilizaos y no os inquietéis por nada; nosotros sabemos distinguir a los que son sinceros, y velamos por ellos.

Preg. Si ha sido una lección que nos has querido dar, lo comprenderíamos, cuando estamos entre nosotros; pero en presencia de extraños, que podrían recibir una mala impresión, parece que el mal prevalece sobre el bien. –Resp. Vosotros os equivocáis al ver las cosas así; el mal no es lo que creéis, y os aseguro que hubo personas ante las cuales esa especie de revés ha sido una prueba de buena fe de vuestra parte. Además, del mal suele salir el bien. Cuando veis que un jardinero corta las ramas grandes de un árbol, deploráis la pérdida del follaje, y esto os parece un mal; pero una vez cortadas estas ramas parasitarias, los frutos son más bellos y más sabrosos: he aquí el bien, y entonces evaluáis que el jardinero fue sabio y más precavido de lo que creíais. De la misma manera, si se amputa un miembro a alguien enfermo, la pérdida del miembro es un mal; pero si queda mejor después de la amputación, es un bien, porque quizá le hayan salvado la vida.

Reflexionad bien en esto y habréis de comprenderlo.

Preg. Esto es muy justo; pero ¿cómo se explica que, haciendo un llamado a los Espíritus buenos y pidiéndoles que alejen a los impostores, este llamado no sea atendido? –Resp. Es atendido, no lo dudéis. Pero ¿estáis bien seguros que ese llamado ha sido hecho desde el fondo del corazón por todos los asistentes, o que no haya alguien que por un pensamiento poco caritativo y malevolente, o por deseo, atraiga para vuestro medio a un Espíritu malo? He aquí por qué os decimos sin cesar: Sed unidos; sed buenos y benevolentes unos con los otros. Jesús ha dicho: Cuando estuviereis reunidos en mi nombre, yo estaré en medio de vosotros. ¿Creéis, por eso, que sea suficiente pronunciar su nombre? No penséis así y estad realmente convencidos de que Jesús no va sino adonde es llamado por corazones puros, junto a los que practican sus preceptos, porque son éstos los que verdaderamente están reunidos en su nombre; Él no va a los orgullosos, ni a los ambiciosos, ni a los hipócritas, ni a los que desean el mal de su prójimo. Fue a ellos que Jesús se refería: No entrarán en el reino de los cielos.

Preg. Comprendemos que los Espíritus buenos se aparten de aquellos que no escuchan sus consejos; pero si entre los asistentes existen los malintencionados, ¿es ésta una razón para punir a los otros? –Resp. Me admiro con vuestra insistencia; parece que me he explicado bastante claramente para quien desee comprender. Es preciso repetiros, pues, para que no os preocupéis con esas cosas, que son pueriles ante el gran edificio de la Doctrina que se eleva. ¿Creéis que vuestra casa va a caerse porque una teja se movió de lugar? ¿Vosotros dudáis de nuestro poder y de nuestra benevolencia? No. ¡Pues bien! Dejadnos entonces obrar, y estad ciertos de que todo pensamiento, bueno o malo, tiene su eco en el seno del Eterno.

Preg. No habéis dicho nada sobre la invocación general que nosotros hacemos al comienzo de cada sesión; ¿queréis decirnos lo que pensáis al respecto? –Resp. Siempre debéis llamar a los Espíritus buenos; la forma –ya lo sabéis– es insignificante: el pensamiento lo es todo. Os sorprendisteis con lo que pasó; pero ¿habéis realmente examinado los rostros de aquellos que os oían cuando hacíais esta invocación? ¿No visteis, más de una vez, la sonrisa de sarcasmo en ciertos labios? ¿Qué Espíritus creéis que traen esas personas? Espíritus que –como ellas mismas– se ríen de las cosas más sagradas. Es por eso que también os he dicho para no admitir, de forma alguna, al primero que llegue, y para evitar la presencia de los curiosos y de aquellos que no vienen para instruirse. Cada cosa vendrá a su tiempo y nadie puede prejuzgar los designios de Dios; os digo, en verdad, que aquellos que hoy se ríen de estas cosas, no se reirán por mucho tiempo.

SAN LUIS

2ª) Nota dirigida por el Sr. Jobard, de Bruselas, sobre la evocación que él ha hecho del Sr. Ch. de Br..., recientemente desencarnado.

3ª) Lectura de una comunicación obtenida por la Sra. Lesc..., médium, miembro de la Sociedad, conteniendo interesantes explicaciones sobre la historia del Espíritu y el perrito. (Publicada más adelante.)

4ª) Otro dictado espontáneo recibido por la misma médium: La tristeza y el disgusto.

5ª) Carta del Sr. B..., profesor de Ciencias, acerca de la teoría que le ha sido dada sobre las horas fijas, en las cuales cada Espíritu puede manifestarse. Sin excepción, esta teoría es considerada por todos como el resultado de una obsesión por parte de Espíritus sistemáticos e ignorantes. La experiencia y el razonamiento demuestran sobremanera que la misma no merece un examen serio.

6ª) Relato de un hecho curioso, referente a un retrato pintado bajo la influencia de una mediumnidad natural intuitiva. El Sr. T..., artista pintor, cuyo padre había desencarnado en una edad en que no podía conservar ningún recuerdo de sus facciones, lamentaba mucho –así como los otros miembros de su familia– por no tener ningún retrato de él. Un día, cuando estaba en su taller de pintura, tuvo una especie de visión o, mejor dicho, una imagen se diseñó en su cerebro, y él se puso a reproducirla en la tela. Su ejecución se llevó a cabo en varias sesiones, durante las cuales la misma imagen se presentaba ante él. Le vino el pensamiento de que pudiera ser su padre, pero no habló esto con nadie; cuando el retrato fue acabado, se lo mostró a sus parientes y todos ellos reconocieron a su padre sin titubear.

Estudios – 1º) Cuatro dictados espontáneos son obtenidos simultáneamente: el primero por la Srta. Huet, por parte del Espíritu que comenzó a escribir sus Memorias; el segundo por la Sra. L..., intitulado: La fantasía, de Alfred de Musset; el tercero por la Srta. Stéphanie S..., de un Espíritu familiar, desencarnado hace algunos años y que, cuando encarnado, se llamaba Gustave Lenormand. Es un Espírito aún poco adelantado, de un carácter jovial y espirituoso, pero muy bueno, muy solícito y que, en varias familias donde muy frecuentemente va, es considerado como amigo de la casa. Un día había dicho que vendría a expulsar a los Espíritus malos. El cuarto dictado ha sido recibido por la Srta. Parisse, firmado por Louis.

2º) Evocación de un encarnado: el Sr. B..., profesor de Ciencias, del cual hemos hablado anteriormente, y que había sido designado por otro Espíritu como pudiendo dar informaciones sobre François Bayle, médico del siglo XVII, cuya biografía quieren hacer. El resultado de esta evocación tiende a probar que Bayle, muerto, y el Sr. B..., vivo, son el mismo ser. En efecto, este último suministró las informaciones deseadas y dio varias explicaciones del más alto interés. (Será publicada.)

Viernes 25 de mayo de 1860 (Sesión general)

Lectura del acta y de los trabajos de la última sesión.

Comunicaciones diversas – 1ª) Carta del Dr. Morhéry, que contiene una evaluación, desde el punto de vista científico, de la medicación empleada –bajo su dirección– por la Srta. Désirée Godu. (Publicada más adelante.)

2ª) Lectura de un dictado espontáneo obtenido por la Sra. Lesc..., médium, sobre La miseria humana.

3ª) Lectura de una serie de comunicaciones muy notables, recibidas en sesiones particulares por diversos miembros de la familia rusa W... (Serán publicadas.)

4ª) Lectura de la evocación –hecha en sesión particular– de la Sra. de Duret, médium, desencarnada en Sétif (Argelia) el 1º de mayo. Contiene importantes análisis sobre los médiums.

Estudios – 1º) Evocación de la Sra. de Duret: continuación de sus comunicaciones.

2º) Evocación de Charles de Saint-G..., deficiente mental, de trece años. Contiene curiosas revelaciones sobre el estado de ese Espíritu, antes y durante su encarnación. (Publicada más adelante.)

3º) Estudio sobre el Sr. V..., oficial de la Marina, encarnado, que ha conservado un recuerdo preciso de su existencia y de su muerte en la época de la matanza de la Noche de san Bartolomé. (Será publicado.)


El Espiritismo en Inglaterra

En un principio el Espiritismo encontró en Inglaterra una oposición que, con razón, fue sorprendente. Claro que ahí existen adeptos aislados, como en todas partes; pero sus progresos fueron allí infinitamente menos rápidos que en Francia. ¿Será que los ingleses –como pretenden algunos–, más fríos, más positivos y menos entusiastas que nosotros, se dejan llevar menos por la imaginación? ¿Será que son menos inclinados a lo maravilloso? Si fuera así, sería de admirar –con más fuerte razón– que el Espiritismo haya tenido su principal foco en los Estados Unidos, donde el positivismo de los intereses materiales reina como un soberano absoluto. ¿No habría sido más racional que Él hubiese surgido en Alemania? Y en este aspecto, ¿no parece que Rusia ha tomado la delantera como la tierra clásica de las leyendas? La oposición que el Espiritismo ha encontrado en Inglaterra no tiene nada que ver con el carácter nacional, sino con la influencia de las ideas religiosas de ciertas sectas preponderantes, apegadas rigurosamente más a la letra que al espíritu de sus dogmas; ellas se han inquietado con una Doctrina que, a primera vista, les ha parecido contraria a sus creencias. Pero esto no podría suceder por mucho tiempo en un pueblo que reflexiona, que es esclarecido, en donde el libre examen no sufre ningún obstáculo y en donde el derecho de reunirse para debatir es absoluto. Tenían que rendirse ante la evidencia de los hechos; ahora bien, fue precisamente porque los ingleses los evaluaron fríamente y sin entusiasmo, que los apreciaron y comprendieron en todo su alcance. Después de una observación seria, cuando surgió para ellos la verdad capital de que las ideas espíritas tienen su fuente en las ideas cristianas, que lejos de contradecirse, las mismas se corroboran, se confirman y se explican unas a las otras, sus escrúpulos religiosos fueron plenamente respondidos. Al estar dilucidada la conciencia, nada más se opuso al progreso de las nuevas ideas, las cuales se propagan en ese país con una rapidez admirable. Ahora bien, allí como en otros lugares, es aún en la parte esclarecida de la población que se encuentran sus más numerosos y más dedicados adeptos: argumento perentorio al cual nada se ha opuesto. Los médiums se multiplican; numerosos Centros son abiertos, a los cuales se asocian miembros del alto clero que proclaman abiertamente sus convicciones. ¿Dirán los adversarios que la fiebre de lo maravilloso ha triunfado sobre la impasibilidad inglesa? Sea como fuere, hay un hecho notorio: que sus filas se esclarecen todos los días, a pesar de sus sarcasmos.

El desarrollo de las ideas espíritas en Inglaterra no podría dejar de dar origen a publicaciones especializadas. Ahora ellas tienen allí un órgano mensual muy interesante, que desde el 1º de mayo último se publica en Londres con el título: The Spiritual Magazine, de donde hemos extraído el siguiente relato.


Un Espíritu hablador

Estando hace algunas semanas en Worcester, en la casa de un banquero de esta ciudad, me encontré fortuitamente con una señora que conocí allá, y escuché de su propia boca una historia tan sorprendente que necesité de más de un testigo para darle crédito. Cuando interrogué a nuestro anfitrión sobre esta dama, él me dijo que la conocía desde hacía más de treinta años. “La historia es tan verídica –agregó él– y su exactitud es tan conocida por todos, que no tengo la menor duda de la realidad de lo que ella ha contado. Es una mujer de una reputación intachable, de costumbres irreprochables, que tiene un espíritu fuerte e inteligente y una variada instrucción”. Por lo tanto, él considera imposible que ella buscase engañar a los demás o que se pudiera equivocar. Con frecuencia le había escuchado contar esa historia, y siempre de una manera clara y precisa, de modo que él estaba muy preocupado; se rehusaba en admitir semejantes hechos y, por otro lado, no osaba poner en duda la buena fe de la señora.

Mis propias observaciones tendían a confirmar todo lo que me habían dicho sobre aquella dama. En sus modales, e incluso en el sonido de su voz, tiene un aire que es incapaz de engañar, y que lleva consigo la convicción de la verdad. Por lo tanto, era imposible para mí no creerle sinceramente, aún más cuando parecía hablar de esas cosas con evidente repugnancia. El banquero me había dicho que era muy difícil hacerla hablar sobre el tema, porque ella sentía en general que los oyentes estaban más dispuestos a reírse que a creer. Agregad a esto que la señora y el banquero no conocían el Espiritismo, ni habían escuchado hablar de Él.

He aquí el relato de esta dama:

“Hacia el año 1820, habiendo dejado nuestra casa de Suffolk, fuimos a vivir en la ciudad de ..., puerto de mar en Francia. Nuestra familia estaba compuesta por mi padre, mi madre, una hermana, por un hermano de aproximadamente doce años, por mí y por un empleado doméstico inglés. Nuestra casa estaba situada en un lugar muy retirado, un poco fuera de la ciudad, justo en medio de la playa; no había otras casas ni tampoco construcciones en los alrededores.

“Una noche mi padre vio, a pocas yardas de la puerta, a un hombre que estaba cubierto con una capa grande y que se encontraba sentado en una roca. Mi padre se acercó a él para darle las buenas noches, pero, al no recibir respuesta, volvió sobre sus pasos. Sin embargo, antes de entrar tuvo la idea de darse vuelta, y cual fue su espanto que no vio más a nadie. Se quedó aún más sorprendido cuando, después de aproximarse nuevamente y de haber examinado bien alrededor de la roca, no encontró el más mínimo rastro del individuo que había estado sentado allí un instante antes, y ningún lugar donde pudiera haberse escondido. Cuando mi padre entró en la sala, nos dijo: «Hijos míos, acabo de ver una aparición». Como es fácil de imaginar, nos reímos a carcajadas.

“Entretanto, en aquella noche y en varias noches seguidas, escuchamos ruidos extraños en diversos lugares de la casa; unas veces eran gemidos que salían de abajo de nuestras ventanas; otras veces parecían que raspaban en las propias ventanas, y en otros momentos se diría que varias personas subían al tejado. Diversas veces abrimos las ventanas y preguntamos en voz alta: «¿Quién está ahí?» Pero no obtuvimos respuesta.

“Al cabo de algunos días, los ruidos se hicieron escuchar en el mismo cuarto donde mi hermana y yo dormíamos (ella tenía veinte años y yo estaba con dieciocho). Despertamos a todos en la casa, pero no quisieron escucharnos; nos hicieron reproches y nos trataron de locas. Los ruidos consistían comúnmente en golpes: a veces eran efectuados 20 ó 30 por minuto, y en otras ocasiones transcurría un minuto entre cada golpe.

“Finalmente, los ruidos internos y externos fueron también escuchados por nuestros padres, que se vieron forzados a admitir que de ningún modo se trataba de nuestra imaginación. Entonces se acordaron del hecho de aparición; pero, en suma, como no estábamos tan asustados, terminamos por acostumbrarnos a todo ese alboroto.

“Una noche, cuando golpeaban como de costumbre, me vino la idea de decir: «Si eres un Espíritu, da seis golpes». Inmediatamente escuché seis golpes con mucha claridad. Con el tiempo esos ruidos se volvieron tan familiares que no solamente no teníamos miedo, sino que incluso dejaron de ser desagradables.

“Ahora voy a contaros la parte más curiosa de esta historia, y yo vacilaría en dárosla a conocer, si todos los miembros de mi familia no hubieran sido testigos de lo que hablo. Mi hermano, por entonces un niño, pero que hoy es un hombre muy distinguido en su profesión, podrá –si fuere necesario– confirmaros todos los detalles.

“Además de los golpes en nuestro dormitorio, comenzamos a oír como una voz humana en la sala principal. La primera vez que la oímos, mi hermana estaba al piano; cantábamos una romanza, y he aquí que el Espíritu se puso a cantar con nosotras. Imaginaos nuestro espanto. No había cómo dudar de la realidad del hecho, porque poco después la voz comenzó a hablarnos de una manera clara e inteligible, participando de tiempo en tiempo de nuestra conversación. La voz tenía un tono grave, lento, solemne, y era una voz muy clara: el Espíritu nos hablaba siempre en francés. Nos dijo que se llamaba Gaspard; pero cuando queríamos interrogarlo sobre su historia personal, él no respondía; tampoco quiso explicar el motivo que lo había llevado a ponerse en contacto con nosotros. En general pensábamos que él era español, pero no puedo recordarme de dónde nos vino esta idea. Él llamaba a cada miembro de la familia por su nombre de bautismo; algunas veces nos recitaba versos y constantemente buscaba inculcarnos sentimientos de moralidad cristiana, mas sin tocar jamás en las cuestiones dogmáticas. Parecía deseoso de hacernos comprender lo que hay de grandioso en la virtud y lo que hay de bello en la armonía que reina entre los miembros de una misma familia. Cierta vez en que mi hermana y yo tuvimos una ligera discusión, escuchamos que la voz nos decía: «M... está errada; S... tiene razón». Desde el momento en que se dio a conocer, se ocupó constantemente en ofrecernos buenos consejos. Una vez mi padre estaba muy preocupado con respecto a ciertos documentos que él pensaba que había perdido, y estaba muy deseoso de encontrarlos; Gaspard le dijo que los mismos estaban en nuestra antigua casa de Suffolk; al buscar los papeles allí, los encontraron en el lugar exacto en que el Espíritu había indicado.

“Las cosas continuaron sucediendo así durante más de tres años; todas las personas de la familia, sin exceptuar los empleados domésticos, habían escuchado su voz. La presencia del Espíritu –porque nunca dudábamos de su presencia– era siempre una gran felicidad para todos nosotros; era considerado, al mismo tiempo, como nuestro compañero y nuestro protector. Un día él nos dijo: «Durante algunos meses no estaré con vosotros». En efecto, sus visitas cesaron por varios meses. Una noche volvimos a escuchar aquella voz tan conocida por nosotros, que nos decía: «Estoy aquí nuevamente entre vosotros». Sería difícil describir nuestra alegría.

“Hasta aquí lo habíamos siempre escuchado, pero no lo habíamos visto. Una noche mi hermano le dijo: «Gaspard, yo gustaría mucho veros». Y la voz respondió: «Os he de contentar; me veréis si consintiereis ir hasta el otro lado de la plaza». Mi hermano salió y luego volvió diciendo: «He visto a Gaspard; llevaba una capa amplia y un sombrero de alas grandes; miré por debajo de su sombrero y él me sonrió. –Sí, dijo la voz, participando de la conversación: era yo».

“La manera por la cual se retiró definitivamente, nos dejó muy sensibilizados. Regresamos a Suffolk y allí, como en Francia, durante varias semanas después de nuestra llegada, Gaspard continuó conversando con nosotros.

“Una noche, él nos dijo: «Voy a dejaros para siempre; os sucedería una desgracia si yo permaneciera con vosotros en este país, donde nuestras comunicaciones serían mal comprendidas y mal interpretadas».

“Desde ese momento –agregó la señora con un tono de tristeza, como cuando se habla de un ser amado que la muerte nos ha llevado–, no escuchamos más la voz de Gaspard.”

He aquí los hechos tal cual me han sido contados. Todo esto me hace reflexionar y puede hacer también reflexionar a vuestros lectores. Yo no pretendo dar ninguna explicación, ninguna opinión; solamente diré que tengo entera confianza en la buena fe de la persona de la cual los he escuchado, y firmo a continuación como garantía de la exactitud de mi relato.

S. C. HALL

El Espíritu y el perrito

(Sociedad, 4 de mayo de 1860; médium: Sr. Didier)

El Sr. G. G..., de Marsella, nos transmite el siguiente hecho:

«El joven X... murió hace ocho meses, y su familia, en la que hay tres hermanas médiums, lo evoca casi diariamente con la ayuda de una cestita. Cada vez que el Espíritu es llamado, un perrito, del cual el joven gustaba mucho, salta sobre la mesa y viene a olfatear la cestita, dando pequeños gruñidos. La primera vez que esto sucedió, la cestita escribió: “¡Este es mi bravo perrito que me reconoce!”

«No he visto el hecho, pero las personas que me lo han relatado, y que muchas veces lo han atestiguado, son muy buenos espíritas y demasiado serios como para que yo pueda poner en duda su veracidad. Me pregunto si el periespíritu conservaría partículas materiales suficientes para causar alguna sensación en el olfato del perro, o si el perro sería dotado de la facultad de ver a los Espíritus; es un problema que me parecería útil profundizar, si es que ya no fue resuelto.»

1. Evocación del joven X..., muerto hace ocho meses, y del cual acabamos de hablar. –Resp. Estoy aquí.

2. ¿Confirmáis el hecho concerniente a vuestro perro, que viene a olfatear la cestita que sirve a vuestras evocaciones, y que parece reconoceros? –Resp. Sí.

3. ¿Podríais decirnos cuál es la causa que atrae al perro hacia la cestita? –Resp. La extrema agudeza de los sentidos puede hacer adivinar la presencia del Espíritu, e incluso verlo.

4. ¿Os ve el perro, os siente? –Resp. El olfato, sobre todo, y el fluido magnético.

CHARLET


Nota – Charlet, el artista pintor, dio a la Sociedad una serie de dictados muy notables sobre los animales, y que publicaremos próximamente; por cierto fue por este motivo que él intervino espontáneamente en la presente evocación.

5. Puesto que Charlet ha querido intervenir en la cuestión planteada, nosotros le pedimos que dé algunas explicaciones al respecto. –Resp. De buen grado. El hecho es perfectamente verosímil y, por consiguiente, natural. Yo hablo en general, porque no conozco el caso que tratáis. El perro está dotado de un organismo totalmente particular; él comprende al hombre: he aquí todo. Lo siente, lo sigue en todas sus acciones con la curiosidad de un niño; lo ama y llega incluso al punto de dedicarse a él, como lo confirman bastantes ejemplos. El perro debe ser –notad que no tengo certeza de esto– uno de esos animales que ha venido de un mundo ya adelantado, para sostener al hombre en su sufrimiento, para servirlo, protegerlo. Acabo de hablar de las cualidades morales que, positivamente, el perro posee en sí mismo. En cuanto a sus facultades sensitivas, son extremamente aguzadas; todos los cazadores conocen la sutileza del olfato del perro; además de esta cualidad, el perro comprende casi todas las acciones del hombre; comprende la importancia de su muerte. ¿Por qué no habría de adivinar la presencia de su alma, e inclusive, por qué no la vería?

CHARLET


Al día siguiente, la Sra. Lesc..., médium y miembro de la Sociedad, obtuvo en particular la siguiente explicación sobre el mismo asunto:

«El hecho citado en la Sociedad es verdadero, aunque el periespíritu, despojado del cuerpo, no tenga ninguna de sus emanaciones. El perro olfateaba la presencia de su dueño; cuando digo olfateaba, me refiero a que sus órganos percibían sin que sus ojos viesen y sin que su hocico sintiera; pero todo su ser advertía la presencia del dueño, y esta advertencia le era dada principalmente por la voluntad que se desprendía de las personas que evocaban al Espíritu. La voluntad humana advierte e impresiona al instinto de los animales, sobre todo el de los perros, antes que alguna señal exterior lo haya revelado. Por sus fibras nerviosas, el perro es puesto en contacto directo con nosotros –los Espíritus–, casi tanto como con los hombres; él percibe las apariciones; advierte la diferencia que existe entre ellas y las cosas reales o terrestres, y tiene un gran pavor. El perro da aullidos a la Luna, según la expresión vulgar; también da aullidos cuando siente que sobreviene la muerte. En ambos casos, y aun en muchos otros, el perro es intuitivo. He de agregar que su órgano visual es menos desarrollado que su órgano perceptivo: ve menos de lo que siente; el fluido eléctrico lo penetra casi habitualmente. Por lo tanto, el hecho que me ha servido como punto de partida no tiene nada de sorprendente, porque en el momento del desprendimiento de la voluntad que llamaba a su dueño, el perro sentía su presencia casi tan rápidamente como el propio Espíritu que escuchaba y respondía al llamado que le era efectuado.»

GEORGES (Espíritu familiar)

El Espíritu de un deficiente mental

(Sociedad, 25 de mayo de 1860)

Charles de Saint-G... es un jovencito deficiente mental de trece años de edad, encarnado, cuyas facultades intelectuales son tan nulas que ni siquiera reconoce a sus padres, siendo que se alimenta con mucha dificultad. Hay en él una interrupción completa en el desarrollo de todo su sistema orgánico. Se pensó que él pudiera ser un interesante tema de estudio psicológico.

1. (A san Luis.) ¿Podríais decirnos si podemos evocar al Espíritu de este niño? –Resp. Podéis hacerlo como si evocaseis a un Espíritu desencarnado.

2. Vuestra respuesta nos hace suponer que la evocación podría ser hecha a cualquier momento. –Resp. Sí; su alma está ligada al cuerpo por lazos materiales, pero no por lazos espirituales; ella puede siempre desprenderse.

3. Evocación de Charles de Saint-G...Resp. Soy un pobre Espíritu, preso a la Tierra como un pájaro por una pata.

4. En vuestro estado actual, como Espíritu, ¿tenéis conciencia de vuestra condición nula en este mundo? –Resp. Así es; siento claramente mi cautiverio.

5. Cuando vuestro cuerpo duerme y el Espíritu se desprende, ¿tenéis ideas tan lúcidas como si estuvieseis en un estado normal? –Resp. Cuando mi desdichado cuerpo reposa, estoy un poco más libre para elevarme al cielo, que tanto anhelo.

6. Como Espíritu, ¿experimentáis un sentimiento penoso de vuestro estado corporal? –Resp. Sí, puesto que es una punición.

7. ¿Recordáis vuestra precedente existencia? –Resp. ¡Oh, sí! Es la causa de mi actual exilio.

8. ¿Cuál fue esta existencia? –Resp. La de un joven libertino durante el reinado de Enrique III.

9. Decís que vuestra condición actual es una punición; entonces ¿no la habéis elegido? –Resp. No.

10. ¿Cómo puede servir vuestra presente existencia a vuestro adelanto, en el estado nulo en que os encontráis? –Resp. Ella no es nula para mí delante de Dios, que me la ha impuesto.

11. ¿Prevéis la duración de vuestra actual existencia? –Resp. No; pero dentro de algunos años regresaré a mi patria.

12. Desde vuestra existencia precedente hasta la encarnación actual, ¿qué habéis hecho como Espíritu? –Resp. Dios me ha hecho prisionero porque yo era un Espíritu ligero.

13. En el estado de vigilia, ¿tenéis conciencia de lo que sucede a vuestro alrededor, a pesar de la imperfección de vuestros órganos? –Resp. Veo, oigo, pero mi cuerpo no ve ni percibe nada.

14. ¿Podemos hacer algo que sea útil para vos? –Resp. Nada.

15. (A san Luis.) Las oraciones por un Espíritu reencarnado, ¿pueden tener la misma eficacia que las hechas por un Espíritu errante? –Resp. Las oraciones son siempre buenas y agradables a Dios; en la posición de este pobre Espíritu, las mismas no pueden servirle de nada; ellas le servirán más adelante, porque Dios ha de tomarlas en cuenta.

Nota – Nadie desconocerá la elevada enseñanza moral que resalta de esta evocación. Además, ella confirma lo que siempre se ha dicho sobre los deficientes mentales. Su estado moral nulo no implica de manera alguna la condición nula del Espíritu que, haciendo abstracción de los órganos, goza de todas sus facultades. La imperfección de los órganos no es más que un obstáculo a la libre manifestación de las facultades, pero no las aniquila. Es como el caso de un hombre vigoroso, en que los movimientos de sus miembros fuesen limitados por cadenas. En ciertas regiones se sabe que los cretinos, lejos de ser objeto de desprecio, son amparados con benevolentes cuidados. Este sentimiento, ¿no sería una intuición del verdadero estado de esos desdichados, tanto más dignos de atenciones como su Espíritu, que comprende su posición y que debe sufrir al verse rechazado por la sociedad?


Conversaciones familiares del Más Allá

La Sra. de Duret


Médium psicógrafa, desencarnada el 1º de mayo de 1860 en Sétif (Argelia), evocada primero en la casa del Sr. Allan Kardec el día 21, y después en la Sociedad el 25 de mayo.

1. Evocación. –Resp. Estoy aquí.

2. Nos conocemos de nombre, pero no de hecho; y aunque nunca me habíais visto, ¿me reconocéis? –Resp. ¡Oh, muy bien!

3. Después de vuestra desencarnación, ¿ya has venido a visitarme? –Resp. No, aún no, pero sabía muy bien que habríais de llamarme.

4. Como médium, y perfectamente iniciada en el Espiritismo, he pensado que –mejor que nadie– vos podríais darnos explicaciones instructivas sobre diferentes puntos de la ciencia. –Resp. Responderé lo mejor que pueda.

5. Esta primera evocación tiene por objeto apenas establecer de cierto modo nuestro contacto y ponernos así en relación; en cuanto a las preguntas a realizaros, como son de un interés general, prefiero hacerlas en la Sociedad. Por lo tanto, os indago si consentiríais en venir. –Resp. Sí, con mucho gusto; responderé y pediré a Dios que me esclarezca.

6. Aquí hay cinco médiums; ¿tenéis preferencia por uno de ellos para os servir de intérprete? –Resp. Esto me es indiferente, con tal que sea un buen médium.

7. Como médium, ¿habéis sido engañada alguna vez por los Espíritus en vuestras comunicaciones? –Resp. ¡Oh! Varias veces. Hay pocos médiums que no lo sean en mayor o en menor grado.

Nota – Al día siguiente, la Sra. de Duret se manifestó espontáneamente y expresó su pesar por no le haber sido dirigidas un mayor número de preguntas en la víspera.

8. Si no lo he hecho, ha sido –como os he dicho– porque las reservaba para la Sociedad; quería simplemente asegurarme que podía contar con vos. –Resp. Lo que se hace en vuestra casa es dado también para la instrucción de la Sociedad, y muchas veces es útil aprovechar los instantes en que el Espíritu quiere comunicarse, pues no siempre las circunstancias le son igualmente favorables.

9. ¿Cuáles son las circunstancias que le pueden ser favorables? –Resp. Hay muchas que conocéis; pero es preciso que sepáis que esto no siempre depende de él. A veces necesita ser asistido por otros Espíritus que ni siempre están allí en ese momento.


10. Puesto que habéis venido espontáneamente, debo creer que estáis en uno de esos momentos propicios y lo aprovecharé, si lo permitís. Habéis dicho ayer que varias veces erais engañada como médium; ¿véis ahora a los Espíritus que os engañaban? –Resp. Sí, los veo muy bien. Ellos aún desearían embaucarme, pero ahora lo veo con claridad; ya no soy más su víctima; de esta manera, los rechazo.

11. También habéis dicho que hay pocos médiums que no hayan sido más o menos engañados; ¿de qué depende esto? –Resp. Depende mucho del médium y también del que interroga.

12. ¿Podríais explicaros más claramente? –Resp. Quiero decir que, cuando uno lo quiere, siempre es posible preservarse de los Espíritus malos; la primera condición para eso es no atraerlos por la debilidad o por los defectos. ¡Cuántas cosas yo tendría que deciros sobre esto! ¡Ah, si los médiums supiesen cuán errados están en dejarse dominar por los Espíritus malévolos!

13. ¿Es en el mundo de los Espíritus que se exponen al mal? –Resp. Sí, y también en el mundo de los encarnados.

14. ¿Qué mal puede hacerles esto en el mundo de los encarnados? –Resp. Varios; primeramente se vuelven presa de los Espíritus malos, que abusan de los mismos y que los incitan al mal, instigando todos los defectos que en ellos encuentran en germen, principalmente el orgullo y la envidia. Después, Dios suele punirlos através de los sufrimientos de la vida.

Nota – Tenemos más de un ejemplo de médiums dotados de las mejores facultades, y que la desgracia ha perseguido y abatido, después de haberse dejado dominar por los Espíritus malos.

15. Pero entonces ¿no sería mejor no ser médium, ya que esta facultad puede arrastrar a tan graves inconvenientes? –Resp. ¿Creéis, pues, que los Espíritus malos sólo vienen a atacar a los médiums? Al contrario, la mediumnidad es un medio precioso de reconocerlos y de preservarse de ellos; es el remedio que Dios, en su bondad, da al lado del mal; es la advertencia de un buen Padre que ama a sus hijos y que quiere prevenirlos del peligro. Infelizmente, los que disfrutan de este don no saben o no quieren aprovecharlo; son como el imprudente, que se hiere con el arma que debería servir para defenderlo.

16. ¿Sois vos misma, Sra. de Duret, la que dais estas respuestas? –Resp. Soy yo misma que las doy, y os lo aseguro en el nombre de Dios; pero creo que si hubiera sido abandonada a mí misma, no sería capaz de responder. Los pensamientos me vienen de más alto.

17. ¿Veis al Espíritu que os inspira? –Resp. No; aquí hay una multitud de Espíritus ante los cuales me inclino, y cuyos pensamientos parecen irradiar sobre mí.

18. Así, ¿puede un Espíritu recibir las inspiraciones de otros Espíritus, tanto como aquel que está encarnado, y servirle de intermediario? –Resp. No lo dudéis; frecuentemente él cree que responde por sí mismo, cuando no es más que un eco.

19. Que los pensamientos sean vuestros o sugeridos, poco nos importa mientras sean buenos, y nosotros agradecemos a los Espíritus buenos que os inspiran; pero entonces preguntaré, ¿por qué esos mismos Espíritus no responden directamente? –Resp. Ellos lo harían si vos los interrogaseis; ha sido a mí que habéis evocado; ellos quieren responder y, entonces, se sirven de mí para mi propia instrucción.

20. El Espíritu que obsesó a un médium en vida, ¿aún lo obsesa después de la muerte? –Resp. La muerte no libra al hombre de la obsesión de los Espíritus malos; es la figura de los demonios atormentando a las almas que sufren. Sí, esos Espíritus los persiguen después de la muerte y les causan sufrimientos horribles, porque el Espíritu atormentado se siente bajo una opresión de la cual no puede desembarazarse. Al contrario, aquel que se liberó de la obsesión en vida, es fuerte, y los Espíritus malos lo observan con temor y respeto: han encontrado a su superior.

21. ¿Hay muchos médiums verdaderamente buenos, en toda la acepción de la palabra? –Resp. No son los médicos que faltan, sino los buenos médicos que son raros; lo mismo sucede con los médiums.

22. ¿Por cuál señal se puede reconocer que las comunicaciones de un médium merecen confianza? –Resp. Las comunicaciones de los Espíritus buenos tienen un carácter con el cual no es posible confundirse, cuando nos tomamos el trabajo de estudiarlas. En cuanto al médium, el mejor sería aquel que nunca hubiese sido engañado, porque eso sería la prueba de que solamente atrae a los Espíritus buenos.

23. ¿Pero no hay médiums dotados de excelentes cualidades morales y que son engañados? –Resp. Sí, los Espíritus malos pueden hacer intentos, y sólo triunfan por la debilidad o por la excesiva confianza del médium que se deja engañar; pero esto no dura y los Espíritus buenos vencen fácilmente cuando hay voluntad.

24. La facultad medianímica ¿es independiente de las cualidades morales del médium? –Resp. Sí; suele ser dada en alto grado a personas viciosas, a fin de ayudarlas a corregirse. ¿Será que los enfermos no necesitan más de remedios que las personas sanas? Los Espíritus malos les dan a veces buenos consejos sin saberlo, siendo llevados a esto por Espíritus buenos; pero aquellas personas no los aprovechan porque, por orgullo, no los toman para sí mismas.

Nota – Esto es perfectamente exacto, y a menudo se ven a Espíritus inferiores que dan duras lecciones, y en términos poco comedidos; señalan defectos, ponen en ridículo las imperfecciones con mayor o menor consideración, según las circunstancias, y a veces de una manera muy espirituosa.

25. ¿Pueden Espíritus buenos comunicarse através de malos médiums? –Resp. A veces médiums imperfectos pueden recibir bellas comunicaciones, que sólo pueden proceder de Espíritus buenos; pero cuanto más sabias y sublimes sean esas comunicaciones, más culpables serán los médiums si no las aprovechan. ¡Oh, sí! Serán muy culpables, y sufrirán penas crueles por su ceguera.

26. Las buenas intenciones y las cualidades personales del que interroga, ¿pueden impedir la manifestación de los Espíritus malos, atraídos por un médium imperfecto, y asegurarle buenas comunicaciones? –Resp. Los Espíritus buenos aprecian la intención y, cuando juzgan útil hacerlo, pueden servirse de cualquier especie de médium, según el objetivo propuesto; pero, en general, las comunicaciones son más seguras cuanto más serias sean las cualidades del médium.

27. Al no poder el hombre ser perfecto, ¿resulta de esto que no hay médiums perfectos? –Resp. Existen los que son tan perfectos como lo permite la humanidad terrestre; son raros, pero existen; son los preferidos de Dios y se preparan grandes alegrías en el mundo de los Espíritus.

28. ¿Cuáles son los defectos que dan más acceso a los Espíritus malos? –Resp. Ya os lo he dicho: el orgullo, y también la envidia que es una consecuencia del orgullo y del egoísmo. Dios ama a los humildes y castiga a los soberbios.

29. ¿De eso sacáis en conclusión que el médium que no es humilde no merece ninguna confianza? –Resp. No de manera absoluta; pero si en un médium reconocéis el orgullo, la envidia y la poca caridad, vosotros tenéis mayores posibilidades de ser engañados.

Nota – Lo que hace que muchos médiums se pierdan es creerse que son los únicos capaces de recibir buenas comunicaciones y el hecho de menospreciar las de los otros; ellos se creen profetas, y no son más que los intérpretes de Espíritus astutos que los atrapan en sus redes, persuadiéndolos de que todo lo que escriben es sublime y que no necesitan más consejos. La creencia de ciertos médiums en la infalibilidad y en la superioridad de sus comunicaciones es tal, que llegar a objetarlas es casi una profanación; dudar de las mismas es casi una injuria; más aún: es hasta exponerse a hacerse enemigos de ellos, siendo más fácil decirle a un poeta que sus versos son malos. Este sentimiento, que tiene como principio evidente el orgullo, es alimentado por los Espíritus que los asisten y que tienen mucho cuidado en inspirarles el alejamiento de cualquiera que pueda esclarecerlos; sólo esto debería ser suficiente para abrirles los ojos, si no estuviesen fascinados. Hay un principio que nadie puede negar: los Espíritus buenos solamente pueden aconsejar el bien; por lo tanto, todo lo que no fuere el bien, en el sentido absoluto, no puede proceder de un Espíritu bueno; por consecuencia, todo consejo dictado o todo sentimiento inspirado que refleje el mínimo pensamiento malo es, por esto mismo, de un origen sospechoso, sea cual fuere la cualidad o la redundancia del estilo.

Una señal no menos característica de este origen es la adulación, muy usada por los Espíritus malos contra ciertos médiums. Al respecto, saben alabar sus aptitudes físicas o sus cualidades morales, alimentar sus más secretas inclinaciones, instigar su avidez o su codicia y, aún criticando el orgullo y aconsejando la humildad, saben estimular su vanidad y su amor propio. Uno de los medios que emplean consiste, sobre todo, en persuadirlos de su superioridad como médiums, presentándolos como apóstoles en misión –por lo menos dudosa– y para la cual la primera de todas las cualidades sería la humildad, unida a la simplicidad y a la caridad.

Al estar fascinados con el nombre de seres venerables de los cuales se creen intérpretes, no perciben –muy a su pesar– las malas intenciones que tienen los Espíritus falsos, porque sería imposible a Espíritus inferiores simular completamente todas las cualidades que no poseen. Los médiums no se liberarán realmente de la obsesión a que están sujetos, hasta que entiendan esta verdad; sólo entonces los Espíritus malos, por su lado, comprenderán que pierden su tiempo con personas a las que no pueden sorprender en falta.

(Sociedad, 25 de mayo de 1859)

30. Vuestro marido posee, al parecer, la facultad de médium vidente; ¿tiene él realmente esta facultad? –Resp. Sí, positivamente.

31. Él dice que os ha visto dos veces después de vuestra desencarnación; ¿esto es verdad? –Resp. Sí, es la pura verdad.

32. ¿Están expuestos los médiums videntes a ser engañados por los Espíritus impostores como los médiums psicógrafos? –Resp. Son engañados menos veces que los médiums psicógrafos, pero igualmente pueden serlo por las falsas apariencias, cuando no son inspirados por Dios. Bajo la dinastía de los faraones, en el tiempo de Moisés, ¿los falsos profetas no hacían milagros que engañaban al pueblo? Sólo Moisés no se engañaba, porque era inspirado por Dios.

33. ¿Podríais explicarnos ahora vuestras sensaciones al entrar en el mundo de los Espíritus? Además de la turbación más o menos larga que siempre sigue a la muerte, ¿hubo un instante en que vuestro Espíritu perdió toda la conciencia de sí mismo? –Resp. Sí, como siempre; es imposible que sea de otro modo.

34. Esta pérdida absoluta de conciencia, ¿comenzó antes del instante de la muerte? –Resp. Comenzó en la agonía.

35. ¿Persistió después de la muerte? –Resp. Por muy poco tiempo.

36. En total, ¿cuánto tiempo puede haber durado? –Resp. Aproximadamente quince a dieciocho de vuestras horas.

37. ¿Es variable esa duración según los individuos? –Resp. Ciertamente; no es la misma en todos los hombres; esto depende mucho del género de muerte.

38. Mientras se llevaba a cabo el fenómeno de la muerte, ¿teníais conciencia de lo que sucedía en vuestro cuerpo? –Resp. De ningún modo. Dios, que es bueno con todas sus criaturas, quiere evitar al Espíritu las angustias de ese momento; por eso le saca todo el recuerdo y toda la sensación.

Nota – Este hecho, que siempre nos ha sido confirmado, es análogo al que ocurre en la vuelta del Espíritu al mundo corporal. Se sabe que, desde el momento de la concepción, el Espíritu designado para habitar el cuerpo que debe nacer, es tomado por una turbación que va creciendo a medida que los lazos fluídicos que lo unen a la materia se estrechan, hasta las proximidades del nacimiento; en ese momento, pierde igualmente toda la conciencia de sí mismo y solamente comienza a recobrar sus ideas en el momento en que el niño respira; sólo entonces la unión del Espíritu al cuerpo es completa y definitiva.

39. ¿Cómo se operó el instante del despertar? ¿Os reconocisteis súbitamente o hubo un momento de semiconciencia, es decir, un vacío en las ideas? –Resp. Durante algunos instantes permanecí en ese estado, y después, poco a poco, me reconocí.

40. ¿Cuánto tiempo duró ese estado? –Resp. No sé exactamente, pero fue poco tiempo; creo que alrededor de dos horas.

41. Durante esa especie de somnolencia, ¿tuvisteis una sensación agradable o penosa? –Resp. No lo sé; casi no tenía conciencia de mí misma.

42. A medida que vuestras ideas se aclaraban, ¿teníais la certeza de la muerte del cuerpo, o por un instante creísteis que aún estabais en este mundo? –Resp. Efectivamente lo creí durante algunos instantes.

43. Cuando tuvisteis la certeza de vuestra desencarnación, ¿sentisteis pesar? –Resp. No, de ninguna manera; la vida no es para lamentarse.

44. Cuando os reconocisteis, ¿dónde os encontrabais, y qué fue que llamó primeramente la atención a vuestra vista? –Resp. Yo estaba con Espíritus que me rodeaban y que me ayudaban a salir de la turbación; fue este cambio que me llamó la atención.

45. ¿Os encontrasteis con vuestro marido? –Resp. Poco lo dejo; él me ve, me evoca y esto sustituye mi pobre cuerpo.

46. ¿Volvisteis a ver inmediatamente a las personas que habíais conocido: al Sr. Dumas y a los otros espíritas de Sétif? –Resp. Inmediatamente no; pensé que me evocarían. No hacía mucho tiempo que yo los había dejado, y encontré algunos que había conocido y que hace siglos no veía. Yo era médium y espírita; todos los Espíritus que yo había evocado vinieron a recibirme: esto me conmovió. ¡Si supieseis qué emocionante es reencontrar a los amigos en este mundo!

47. El mundo de los Espíritus ¿os pareció una cosa extraña y nueva? –Resp. ¡Oh, sí!

48. Esta respuesta nos sorprende, porque no es la primera vez que os encontráis en el mundo de los Espíritus. –Resp. Esto nada tiene que deba sorprenderos; yo no estaba tan adelantada como hoy; y también la diferencia es tan grande entre el mundo corporal y el mundo de los Espíritus, que ha de sorprender siempre.

49. ¿Vuestra explicación podría ser más clara? ¿No sería porque cada vez que se regresa al mundo de los Espíritus, los progresos realizados dan nuevas percepciones y permiten encarar dicho mundo bajo otro aspecto? –Resp. Es exactamente esto; os he dicho que no estaba tan adelantada como hoy.

Nota – La siguiente comparación permite comprender qué sucede en esta circunstancia. Supongamos que un campesino pobre venga a París por primera vez; frecuentará una sociedad y vivirá en un barrio compatible con su situación económica. Después de una ausencia de varios años, durante los cuales enriqueció y adquirió una cierta educación, él regresa a París y se encuentra en un medio totalmente diferente al de la primera vez, y que le parecerá nuevo. Comprenderá y apreciará una cantidad de cosas que apenas había llamado su atención la primera vez; en una palabra, tendrá dificultad en reconocer su antigua París y, no obstante, será siempre París, aunque se le presente bajo un nuevo aspecto.

50. ¿Cómo evaluáis ahora las comunicaciones que se obtienen en Sétif? En general, ¿son más buenas que malas? –Resp. Son como en todas partes; las hay buenas y malas, verdaderas y falsas. Ellos suelen ocuparse con cosas que no son lo bastante serias y que no siempre son bien consideradas; pero no creen que hacen mal. Trataré de corregirlos.

51. Nosotros os agradecemos por haber tenido a bien venir y por las explicaciones que nos habéis dado. –Resp. Yo también os agradezco por haber pensado en mí.


Medicina intuitiva

Plessis-Boudet, 23 de mayo de 1860.

Señor:

En mi última carta os he dado un boletín de las curas obtenidas por medio de la medicación de la Srta. Godu. Siempre tengo la intención de poneros al tanto de los hechos, pero hoy creo que es más útil hablaros del modo en que aplica su tratamiento. Es bueno poner a las personas al corriente de esto, porque vienen de lejos enfermos que se hacen una idea muy falsa de este género de medicación, y que se arriesgan a hacer un viaje inútil o de pura curiosidad.

La Srta. Godu no es sonámbula; ella nunca consulta a distancia, ni incluso en mi domicilio, sino bajo mi dirección y mi control. Cuando estamos de acuerdo –lo que sucede casi siempre–, porque hoy estoy en condiciones de apreciar su medicación, comenzamos el tratamiento estipulado, y la Srta. Godu aplica los apósitos y prepara las hierbas medicinales. En una palabra, obra como una enfermera, pero como una enfermera de élite, y con una dedicación ejemplar, en nuestra modesta e improvisada casa de salud.

¿Será por un fluido depurador, del cual sería dotada, que obtiene resultados tan valiosos?

¿Será por la aplicación de los apósitos o por la confianza que ella inspira?

¿Será, en fin, por un sistema de medicación bien concebido y bien dirigido, que ella obtiene éxito?

Tales son las tres preguntas que frecuentemente me hago.

Por el momento, no quiero entrar en la primera pregunta, porque la misma exige un estudio profundo y una discusión científica del primer orden; ella vendrá más tarde.

Con respecto a la segunda pregunta, hoy puedo responderla afirmativamente, y en esto la Srta. Godu se encuentra en las mismas condiciones que todos los médicos, enfermeras u operadores que saben levantar la moral de sus pacientes e inspirarles una saludable confianza.

En cuanto a la tercera pregunta, no dudo más en responderla afirmativamente. He adquirido la convicción de que la medicación de la Srta. Godu constituye todo un sistema muy metódico. Este sistema es sencillo en su teoría, pero en la práctica varía al infinito, y es en la aplicación que requiere toda la atención y toda la habilidad posibles. Al principio, el médico más experimentado tiene dificultad en entender este mecanismo y esa serie de incesantes modificaciones, en razón del progreso o de la declinación de la enfermedad; él se queda admirado y comprende poco; pero, con el tiempo, se da cuenta fácilmente de esa medicación y de sus efectos.

Sería demasiado largo enumeraros en detalle, y currente calamo, todo un sistema médico nuevo para nosotros, aunque, sin duda, muy antiguo en relación a la edad de los hombres en nuestro planeta. He aquí las bases en las cuales reposa este sistema, que raramente sale de la medicina revulsiva.

En la mayoría de los casos, la Srta. Godu aplica un extracto de tópico, compuesto por una o dos materias que se encuentran en todas partes, tanto en la cabaña como en el castillo. Este tópico tiene una acción tan enérgica que se obtienen efectos incomparablemente superiores a todos nuestros revulsivos conocidos, sin exceptuar el cauterio actual y las moxas. Algunas veces ella se limita a la aplicación de vesicantes, cuando un efecto enérgico no es indispensable. La habilidad consiste en proporcionar el remedio al mal, en mantener un supuración constante y variada, y he aquí lo que ella obtiene con un ungüento tan simple que no puede clasificárselo en el número de los medicamentos. Puede ser comparado con los ceratos simples e incluso con las cataplasmas; entretanto, este ungüento produce efectos duraderos y muy variados: aquí son sales calcáreas que aparecen en el emplasto; en los hidrópicos, es agua; en las personas con humores, es una supuración abundante, tanto clara como espesa. En fin, los efectos de su ungüento varían al infinito, por una causa que todavía no he podido aprehender y que, además, debe entrar en el estudio de la primera pregunta hecha. Esto con referencia a la medicación externa; más tarde os diré algunas palabras sobre la medicación interna, que comprendo fácilmente. No se debe pensar que el mal desaparezca como por encanto; son necesarios, como siempre, tiempo y perseverancia para curar radicalmente las enfermedades rebeldes.

Atentamente,

MORHÉRY.

Un grano de locura

El Journal de la Haute-Saône (Diario del Alto Saona) narró últimamente el siguiente hecho:

«Se han visto a reyes destronados que fueron sepultados en las ruinas de sus palacios; se han visto a infelices jugadores que abdicaron de la vida después de la pérdida de sus fortunas; pero quizá nunca se había visto –antes del hecho que citamos– a un propietario que se suicide por no aceptar la expropiación de un terreno. Un propietario de Saint-Loup había sido advertido de que uno de sus terrenos sería expropiado el 14 de mayo, por la Compañía de los Ferrocarriles del Este. Esta información lo afectó profundamente; al no poder soportar la idea de separarse de su terreno, dio señales de alienación mental. El 2 de mayo salió de su casa a las tres de la mañana, y se suicidó ahogándose en el río Combeauté.»

En efecto, es difícil suicidarse por una causa tan fútil, y un acto tan irracional no puede explicarse sino por un trastorno cerebral; pero ¿qué fue que produjo ese trastorno? Con toda seguridad, no ha sido la creencia en los Espíritus. ¿Fue el hecho de la expropiación del terreno? Pero entonces, ¿por qué todos los expropiados no se vuelven locos? Dirán que no todos tienen el cerebro tan débil. Entonces, admitís una predisposición natural a la locura, y no podría ser de otro modo, ya que la misma causa no siempre produce el mismo efecto. Nosotros ya hemos dicho esto muchas veces en respuesta a los que acusan al Espiritismo de provocar la locura; que digan si no había locos, antes de que fuera tratada la cuestión de los Espíritus, y si solamente hay locos entre los que creen en los Espíritus. Una causa física o una violenta conmoción moral sólo pueden producir una locura instantánea; fuera de esto, si uno examina los antecedentes, siempre se encontrarán síntomas, que una causa fortuita puede desarrollar. Entonces, la locura toma el carácter de la preocupación principal; el loco habla de aquello que lo preocupa, pero la causa no es la preocupación: ésta es, de alguna manera, una especie de forma de manifestación. Así, al haber una predisposición a la locura, el que se ocupa de religión tendrá una locura religiosa; el amor producirá la locura amorosa; la ambición, la locura de los honores y de las riquezas, etc. En el hecho narrado anteriormente sería absurdo ver algo más allá de un simple efecto, que cualquier otra causa podría haber provocado, porque la predisposición estaba allí. Ahora vamos más lejos: decimos abiertamente que si ese propietario, tan impresionable con relación a su terreno, estuviese profundamente imbuido de los principios del Espiritismo, no habría enloquecido ni se habría suicidado, dos desgracias que habrían sido evitadas, como nos muestran numerosos ejemplos. La razón de eso es evidente. La locura tiene como causa primera una debilidad moral relativa, que vuelve al individuo incapaz de soportar el choque de ciertas impresiones, en cuyo número figuran –por lo menos en tres cuartas partes– los disgustos, la desesperación, las decepciones y todas las tribulaciones de la vida. Por lo tanto, dar al hombre la fuerza necesaria para ver estas cosas con indiferencia, es atenuar en él la causa más frecuente que lo lleva a la locura y al suicidio; ahora bien, él saca esa fuerza de la Doctrina Espírita bien comprendida. Frente a la grandeza del futuro que se desdobla ante nuestros ojos, y del cual Ella da pruebas patentes, las tribulaciones de la vida se vuelven tan efímeras que deslizan sobre el alma como el agua sobre el mármol, sin dejar rastros. El verdadero espírita no se apega a la materia, y sólo se vincula a la misma en la medida exacta de las necesidades de la vida; pero si le falta algo, se resigna, porque sabe que aquí está de paso y que un destino mucho mejor lo espera. De esta manera, no se aflige por encontrar accidentalmente una piedra en su camino. Si aquel hombre estuviese imbuido de estas ideas, ¿en qué se habría vuelto el terreno a sus ojos? La contrariedad que hubo experimentado sería insignificante o nula, y una desgracia imaginaria no lo habría llevado a una desgracia real. En resumen, uno de los efectos, y podemos decir uno de los beneficios del Espiritismo, es el de dar al alma la fuerza que le falta en muchas circunstancias, y es en esto que Él puede disminuir las causas de la locura y del suicidio. Como se ve, los hechos más simples pueden ser una fuente de enseñanzas para el que quiera reflexionar. Es mostrando las aplicaciones del Espiritismo en los casos más comunes que se hará comprender toda Su sublimidad. ¿No está ahí la verdadera filosofía?


Tradición musulmana

Extraemos el siguiente pasaje de la notable y sabia obra que el Sr. Géraldy Saintine ha publicado con el título: Trois ans en Judée.

«Cuando el sultán de Babel Bakhtunnassar (Nabucodonosor) fue enviado por Dios para punir a los hijos de Israel, que habían abandonado la doctrina de la unidad, despojó el Templo de todos los objetos preciosos que allí se encontraban; al reservar para sí mismo el trono de Salomón con sus gradas y los dos leones de oro puro, animados por un arte mágico que defendían la entrada, distribuyó el resto del botín con los diferentes reyes de su corte. El rey de Rum recibió la ropa de Adán y el cayado de Moisés; por su parte, el rey de Antakya obtuvo el trono de Balkis y el maravilloso pavo real, cuya cola, toda en piedras preciosas, formaba un rico dosel en ese trono; el rey de Andalucía se quedó con la mesa de oro del Profeta. Un cofre de piedra, que contenía la Tora (Biblia), estaba en medio de todas esas riquezas, pero nadie le prestaba atención, a pesar de que fuese el más valioso de todos los tesoros. Por lo tanto, lo dejaron abandonado al capricho de los saqueadores, que recorrían la ciudad y el Templo apoderándose de todo lo que encontraban; y el depósito de la palabra divina desapareció en ese inmenso desorden.

«Cuarenta años más tarde, al haber sido aplacada su cólera, Dios resolvió restablecer su herencia a los hijos de Israel y llamó al profeta Euzer (Esdras) –¡que Dios lo tenga en la gloria!–, que había sido predestinado por la voluntad divina a una gloriosa misión. Él había pasado toda su juventud en oración y en meditación, dejando a un lado las ciencias humanas para absorberse en la contemplación del Ser infinito, y vivía separado del mundo en el interior de una de las grutas que circundan la ciudad santa. Esta gruta aún hoy se llama El Azérie.[1] Obedeciendo a la orden de Dios, salió de su retiro y vino junto a los hijos de Israel para indicarles cómo deberían reconstruir el Templo y recuperar el honor de los antiguos ritos.

«Pero el pueblo no creyó de manera alguna en la misión del profeta. Declaró que no se sometería a la Ley; que hasta cesaría los trabajos de construcción del Templo e iría a vivir en otras tierras si no le volviesen a presentar el Libro en que nuestro señor Moisés –¡que Dios lo tenga en la gloria!– hubo consignado todas las prescripciones religiosas que le fueron dictadas en el monte Sinaí. Este Libro había desaparecido, y todas las búsquedas para encontrarlo habían sido infructuosas.

«Entonces, ante esa gran dificultad, Euzer hizo fervorosas oraciones a Dios para que lo sacara de ese sufrimiento y para que impidiese que el pueblo persistiera en el camino de la perdición. Él estaba sentado debajo de un árbol, contemplando con tristeza las ruinas del Templo, alrededor de las cuales se agitaba la multitud indócil. De repente una voz de lo Alto le ordenó que escribiese y, aunque nunca había puesto en la mano un qalam (una pluma de caña), obedeció inmediatamente. Desde la oración del mediodía hasta el día siguiente a la misma hora, sin alimentarse y sin levantarse del lugar bendito donde estaba sentado, continuó escribiendo todo lo que le dictaba la voz celestial, no dudando un solo instante, ni siquiera deteniéndose ante la oscuridad de la noche, porque una luz sobrenatural iluminaba su Espíritu y un ángel guiaba su mano.

«Todos los hijos de Israel estaban estupefactos y contemplaban en silencio esta manifestación de la omnipotencia divina. Pero cuando el profeta hubo terminado su copia milagrosa, los imanes, envidiosos del favor particular del cual él acababa de ser objeto, alegaron que el nuevo Libro era una invención diabólica y que de ninguna manera se parecía con el antiguo.

«Euzer oró nuevamente a la bondad infinita y, cediendo a una súbita inspiración, se dirigió hacia la piscina de Siloé, seguido por todo el pueblo. Al llegar a la piscina, levantó las manos al cielo, hizo una larga y fervorosa oración, y toda la multitud se postró con él. De repente apareció en la superficie del agua una piedra cuadrada que flotaba como si fuese sostenida por una mano invisible; trémulos, los imanes reconocieron en esta piedra al cofre sagrado que se había perdido hace mucho tiempo. Euzer lo agarró con respeto; el cofre se abrió por sí mismo; la Tora de Moisés salió del cofre como si estuviese animada de vida propia, y la nueva copia, escapándose del pecho del profeta, fue a colocarse en la caja sagrada.

«Ya no era más posible la duda; sin embargo, el hombre santo exigió que los imanes comparasen los dos ejemplares. Éstos, a pesar de su confusión, obedecieron a la voluntad de Euzer. Después de un extenso examen, ellos atestiguaron en voz alta, que ni una palabra, ni un solo kareket (acento) había de diferente entre el Libro escrito por Euzer y el Libro que había escrito Moisés. Desde que prestaron ese homenaje a la verdad, Dios, para punirlos por sus primeros errores, cerró sus ojos y los sumergió en las tinieblas eternas.

«Fue así que los hijos de Israel fueron reconducidos a la fe de sus antepasados. El lugar donde estaba sentado el jefe que Dios les había dado fue llamado después Kerm ech Cheick (el cercado o la viña del Jeque).»

En esta narración, ¿quién no reconocerá varios fenómenos espíritas que los médiums reproducen ante nuestros ojos y que no tienen nada de sobrenatural?

[1] Nombre árabe de la gruta conocida con el nombre de Tumba de Lázaro. [Nota original del propio escritor Géraldy Saintine, autor del libro: Tres años en Judea.]



Un error de lenguaje de un Espíritu

Hemos recibido la siguiente carta, concerniente al hecho de escritura directa relatado en el número de la Revista Espírita del mes de mayo, página 155.

Señor:

Solamente hoy he leído vuestro número de mayo, y encuentro en el mismo el relato de una experiencia de escritura directa hecha en mi presencia, en la casa de la Srta. Huet. Tengo el placer de confirmar este relato, señalando sin embargo un pequeño error que se le ha escapado al narrador. No es God loves you, sino God love you que encontramos en el papel, es decir, que el verbo love, sin la letra s, no estaba en la tercera persona del presente del indicativo; por consiguiente, no se podría traducir por Dios os ama, a menos que esté sobreentendido el pronombre que, y se dé a la frase una forma del imperativo o del subjuntivo. Esta observación fue hecha en la sesión siguiente al Espíritu Channing (si es que realmente fue hecha al Espíritu Channing, pues me conocéis y os pido permiso para conservar mis dudas sobre la identidad absoluta de los Espíritus), y el Espíritu Channing –como estaba diciendo– no se explicó muy categóricamente sobre esa letra s, omitida a propósito o inadvertidamente; si tengo buena memoria, él mismo nos criticó un poco el hecho de dar importancia a una letra de más o de menos en una experiencia tan notable.

A pesar de esta crítica amistosa realizada por el Espíritu Channing, he creído un deber comunicaros mi observación sobre la manera por la cual la palabra love ha sido realmente escrita. El honorable Sr. E. de B..., que se quedó con el papel, puede mostrarlo o lo mostrará a muchas personas, y entre las mismas podrán encontrarse algunas que tengan conocimiento de vuestro último número; ahora bien, lo importante –y estoy persuadido de que vuestra opinión es como la mía– es que haya la mayor fidelidad en el relato de los hechos que hemos obtenido, que son tan extraños y tan maravillosos.

Atentamente,

MATHIEU.

Ya habíamos notado perfectamente el error que señala el Sr. Mathieu, y nos incumbimos en corregirlo, sabiendo por experiencia que los Espíritus dan muy poca importancia a esas especies de equívocos insignificantes, con los cuales los más esclarecidos no se inquietan de manera alguna; por lo tanto, de ningún modo estamos sorprendidos con la observación de Channing, en presencia –como lo he dicho– de una falta tan insignificante. La exactitud en la reproducción de los hechos es sin duda una cosa esencial; pero la importancia de estos hechos es relativa, y confesamos que si siempre debiésemos seguir, para el francés, la ortografía de los Invisibles, a los señores gramáticos se les presentaría la ocasión de tratarlos insidiosamente, aun cuando el médium haya sido un perito en esas materias. Tenemos un o una, en la Sociedad, que está provisto de todos esos diplomas y cuyas comunicaciones, aunque escritas muy pausadamente, tienen numerosos errores de ese género. Los Espíritus siempre nos han dicho: «Prestad atención al fondo y no a la forma; para nosotros la forma no es nada, el pensamiento lo es todo; por lo tanto, corregid la forma, si así lo creéis conveniente: nosotros os dejamos este cuidado». Entonces, si la forma fuere defectuosa, no la conservamos sino cuando puede servir de enseñanza; ahora bien, en nuestra opinión, este no era el caso en el hecho anteriormente mencionado, porque el sentido era evidente.




Dictados espontáneos y disertaciones espíritas

La vanidad

(Por la Sra. Lesc..., médium) Quiero hablarte de la vanidad, que se mezcla en todas las acciones humanas: ella mancha los más tiernos pensamientos; invade el corazón y el cerebro. Como una planta maligna, sofoca la bondad en su germen; todas las cualidades son aniquiladas por su veneno. Para luchar contra ella, es necesario emplear la oración; solamente ésta nos da humildad y fuerza. ¡Hombres ingratos! Incesantemente os olvidáis de Dios. Él no es para vosotros sino el socorro implorado en el peligro, y nunca el Amigo invitado al banquete de la alegría. Para iluminar el día, Él os dio el sol, resplandor de gloria, y para clarear la noche, os dio las estrellas, que son flores de oro. Por todas partes, al lado de los elementos que la humanidad precisa, Él os ha puesto el lujo necesario a la belleza de su obra. Dios os ha tratado como un generoso anfitrión que, para recibir a sus invitados, multiplica el lujo de su casa y la abundancia del festín. ¿Qué hacéis vosotros, que sólo tenéis vuestro corazón para ofrecerle? Lejos de honrarlo con vuestras alegrías y virtudes, lejos de ofrecerle las premisas de vuestras esperanzas, no deseáis hacerlo y no lo invitáis a que entre en vosotros, sino cuando el luto y las decepciones amargas laceran y atraviesan vuestros corazones. ¡Ingratos! ¿Qué esperáis para amar a vuestro Dios? ¿La desgracia y el abandono? Ofrecedle más bien vuestro corazón libre de dolores; ofrecedle, como hombres que están de pie y no como esclavos arrodillados, vuestro amor depurado de temor, y en la hora del peligro Él se acordará de vosotros, que no lo olvidasteis en la hora de la felicidad.


GEORGES (Espíritu familiar)

La miseria humana

La miseria humana no está en la incertidumbre de los acontecimientos, que tanto pueden elevarnos como precipitarnos. Reside enteramente en el corazón ávido e insaciable que desea incesantemente recibir, que se queja de la sequedad de los demás, pero que nunca percibe su propia aridez. Esa desgracia de querer alcanzar más de lo que uno puede; esa desgracia de no poder satisfacerse con las más apreciadas alegrías; esa desgracia –decía– constituye la miseria humana. ¿Qué importa el cerebro y qué importan sus más brillantes facultades, si ellas son siempre oscurecidas por el deseo amargo e insatisfecho de algo que le escapa sin cesar? La sombra fluctúa junto al cuerpo; la felicidad fluctúa junto al alma, siendo inalcanzable para ésta. Sin embargo, no debéis lamentaros ni maldecir vuestro destino, porque esa sombra, esa felicidad fugitiva que se mueve como una ola –por el ardor y por la angustia que deposita en el corazón–, nos da la prueba de la divinidad aprisionada en la humanidad. Por consiguiente, amad el dolor y su poesía vivificante, que hace vibrar vuestros Espíritus por el recuerdo de la patria eterna. El corazón humano es un cáliz lleno de lágrimas; pero viene la aurora que beberá el agua de vuestros corazones; ella será para vosotros la vida que deslumbrará vuestros ojos, cegados por la oscuridad de la prisión carnal. ¡Coraje! Cada día es una liberación; marchad en la senda dolorosa; marchad, siguiendo con la mirada la estrella misteriosa de la esperanza.

GEORGES (Espíritu familiar)



La tristeza y el disgusto

(Por la Sra. Lesc..., médium)

Es un error ceder frecuentemente a la tristeza. No os equivoquéis: el disgusto es el sentimiento firme y honesto que el hombre deja traslucir cuando es alcanzado en su corazón o en sus intereses; pero la vil tristeza no es sino la manifestación física de la sangre en su curso lento o rápido. La tristeza encubre con su nombre mucho egoísmo, muchas debilidades. Debilita al Espíritu que a ella se abandona. Al contrario, el disgusto es el pan de los fuertes; este alimento amargo nutre las facultades del Espíritu y disminuye la parte animal. No busquéis el martirio del cuerpo, pero sed ávidos por el martirio del alma. Los hombres comprenden que deben mover sus piernas y sus brazos para mantener la vida del cuerpo, pero no comprenden que deben sufrir para ejercer las facultades morales. La felicidad o solamente la alegría son huéspedes tan pasajeros de la humanidad que no podéis –sin ser aplastados por ellas– sobrellevar su presencia, por más leve que sea. Habéis sido hechos para sufrir y para soñar incesantemente con la felicidad, porque sois pájaros sin alas, sujetados al suelo, que miráis el cielo y deseáis el espacio.

GEORGES (Espíritu familiar)

Nota – Estas dos comunicaciones contienen indiscutiblemente pensamientos muy bonitos e imágenes de gran elevación; pero nos parecen escritas bajo la influencia de ideas un poco sombrías y algo misantrópicas; parece haber en ellas la expresión de un corazón dolorido. El Espíritu que las ha dictado desencarnó hace pocos años; cuando estaba encarnado era amigo de la médium, de la cual él se volvió su genio familiar después de su desencarnación. Era un artista pintor de talento, cuya vida había sido calma y bastante despreocupada; pero ¿quién sabe si él había sido así en su existencia precedente? Sea como fuere, todas sus comunicaciones atestiguan mucha profundidad y sabiduría. Se podría creer que las mismas son el reflejo del carácter de la médium; la Sra. Lesc... es indudablemente una mujer muy seria y que en muchos aspectos está por encima del vulgo y, sin ninguna duda, es esto que le hace conquistar la simpatía de los Espíritus buenos, haciendo abstracción de su facultad medianímica; pero la siguiente comunicación, obtenida en la Sociedad, prueba que ella puede recibir otros mensajes de carácter muy variado.

La fantasía

(Médium: Sra. Lesc...)

Quieres que te hable de la fantasía; ella ha sido mi reina, mi señora, mi esclava; yo la he servido y la he dominado; pero aunque siempre estuve sujetado a sus adorables fluctuaciones, nunca le he sido infiel. También es ella la que me lleva a hablar de otra cosa: de la facilidad que tiene el corazón en inclinarse a dos amores, facilidad menospreciada y fuertemente reprobada. Considero absurda esta reprobación de los buenos burgueses, que sólo gustan de sus pequeños vicios metódicos, más fastidiosos todavía que sus virtudes; ellos sólo admiten lo que consiguen comprender sus sesos limitados, que están podados como la cerca de arbustos del jardín del cura. Tienes miedo de lo que te digo; quédate tranquila; Musset tiene su garra: no se le puede pedir las gentilezas de los perritos amaestrados. Es preciso soportar y entender su humor, que es verdadero en su apariencia frívola, triste en su alegría y risueño en sus lágrimas.

ALFRED DE MUSSET


Nota – Una persona, que sólo había oído esta comunicación por ocasión de su primera lectura, decía en una sesión íntima que este mensaje le parecía un poco insignificante. El Espíritu Sócrates, que participaba de la conversación, respondiendo a esta observación, escribió espontáneamente: «No, tú te equivocas; vuelve a leerla; hay cosas buenas; la comunicación es muy inteligente y esto tiene su lado bueno. Se dice que en eso se reconoce al hombre; en efecto, es más fácil probar la identidad de un Espíritu de vuestro tiempo que del mío, y para ciertas personas es útil que, de vez en cuando, tengáis comunicaciones de este género».

Otro día, en una conversación acerca de los médiums y sobre el carácter de Alfred de Musset, uno de los asistentes lo acusaba de haber sido muy material en vida, cuando el poeta escribió espontáneamente la notable comunicación siguiente, a través de uno de sus médiums preferidos.

Influencia del médium sobre el Espíritu

(Médium: Sra. Schmidt)

Sólo los Espíritus superiores pueden comunicarse indistintamente con todos los médiums y mantener en todas partes el mismo lenguaje; pero yo no soy un Espíritu superior: ¡he aquí por qué a veces soy un poco material! Sin embargo, soy más adelantado de lo que creéis.

Cuando nos comunicamos por un médium, la emanación de su naturaleza se refleja más o menos sobre nosotros; por ejemplo, si el médium es de esas naturalezas en que predomina el corazón, de esos seres elevados, capaces de sufrir por sus hermanos; en fin, de esas almas abnegadas, nobles, que el infortunio ha vuelto fuertes y que han permanecido puras en medio de la tormenta, entonces ese reflejo hace bien, en el sentido de corregirnos espontáneamente cuando nuestro lenguaje se resiente de ello. Pero, en el caso contrario, si nos comunicamos a través de un médium de una naturaleza menos elevada, nos servimos pura y simplemente de su facultad como de un instrumento; es entonces que nos volvemos lo que tú llamas de un poco material; decimos cosas espirituosas, si quisieres, pero dejamos a un lado el corazón.

Pregunta – Los médiums instruidos y de un espíritu culto, ¿son más aptos para recibir comunicaciones elevadas que aquellos que no tienen instrucción? Respuesta – No; lo repito: sólo la esencia del alma se refleja sobre los Espíritus, pero únicamente los Espíritus superiores son invulnerables.

ALFRED DE MUSSET


Bibliografía

Hemos hablado en un artículo anterior, de una nueva publicación periódica sobre el Espiritismo, hecha en Londres, bajo el título de The Spiritual Magazine. Italia no se queda atrás en el movimiento que trae las ideas del mundo invisible. Hemos recibido el prospecto de un periódico que aparece en Génova, bajo el título de L’AMORE DEL VERO, periodico di scienze, litteratura, belle arti, magnetismo animale, omeopatia, elettro-telegrafia, Spiritismo, ec. Sotto la direzzione del signori PIETRO GATTI y B. E. MAINERI. Este periódico aparece tres veces por mes, en cuadernos de 18 páginas.

El Dr. Gatti, director del Instituto Homeopático de Génova, es un adepto esclarecido del Espiritismo, y no dudamos que las cuestiones relacionadas a esta ciencia sean tratadas por él con el talento y la sagacidad que lo caracterizan.

La Historia de Juana de Arco dictada por ella misma a Ermance Dufaux, cuya reimpresión habíamos anunciado, acaba de aparecer en la librería del Sr. Ledoyen. Ya nos hemos referido a esta notable obra en el número de la Revista Espírita de enero de 1858. Desde esa época nuestra opinión no ha variado sobre su importancia, no sólo desde el punto de vista histórico, sino como uno de los hechos más curiosos de manifestación espírita. Esta reimpresión era vivamente solicitada, y no dudamos que la misma tenga un éxito aún mayor, puesto que los adeptos de la nueva ciencia son hoy mucho más numerosos que en la época de la primera publicación.

ALLAN KARDEC