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EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS > INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
La experiencia nos confirma todos los días, en esta opinión,
que las dificultades y las decepciones que se encuentran en la
práctica del Espiritismo, tienen su origen en la ignorancia de los
principios de esta ciencia, y estamos felices por haber constatado
que el trabajo que hemos hecho, para precaver a los adeptos contra
los escollos de un noviciado, ha producido sus frutos, y que muchos
han debido a la atenta lectura de esta obra el haber podido evitarlos.
Un deseo muy natural, entre las personas que se ocupan del
Espiritismo, es el poder entrar por sí mismas en comunicación
con los Espíritus; esta obra está destinada a facilitarles el camino,
haciéndoles aprovechar del fruto de nuestros largos y laboriosos
estudios, porque se tendría una idea muy falsa, pensando que para
ser experto en esta materia basta saber colocar los dedos sobre
una mesa para hacerla girar o tener un lápiz para escribir.
Se engañaría igualmente, quien creyese encontrar en esta
obra una receta universal e infalible para formar a los médiums.
Aunque cada uno contenga en sí mismo el germen de la cualidades
necesarias para poderlo ser, estas cualidades no existen si no en
grados muy diferentes, y su desarrollo proviene de causas que no
dependen de ninguna persona el hacerlas nacer a voluntad. Las
reglas de la poesía, de la pintura y de la música, no hacen ni poetas,
ni pintores, ni músicos de aquellos que no tienen el genio: guían
en el empleo de facultades naturales. Lo mismo pasa con nuestro
trabajo; su objeto es indicar los medios de desenvolver la facultad
mediúmnica, tanto como lo permitan las disposiciones de cada
uno, y sobre todo dirigir el empleo de éstas de una manera útil,
cuando la facultad existe. Pero eso no es el fin único que nos
hemos propuesto.
Al lado de los médiums propiamente dichos, hay la multitud,
que aumenta todos los días, de personas que se ocupan de las
manifestaciones espiritistas; guiarles en sus observaciones,
señalarles los escollos que pueden y deben necesariamente
encontrar en una cosa nueva, iniciarlas en la manera de tener
relación con los Espíritus, indicarles los medios de tener buenas
comunicaciones, tal es el círculo que debemos cubrir, bajo pena
de hacer una cosa incompleta. Nadie quedará, pues, sorprendido,
al encontrar en nuestro trabajo noticias que de pronto, podrán
parecer extrañas: la experiencia demostrará su utilidad. Después
de haberlo estudiado con cuidado, se comprenderán mejor los
hechos de los que será testigo; el lenguaje de ciertos Espíritus
parecerá menos raro. Como instrucción práctica, no se dirige pues
exclusivamente a los médiums sino a todos aquellos que están en
disposición de ver y observar los fenómenos espiritistas.
Algunas personas hubieran deseado que publicásemos un
manual práctico muy sucinto, conteniendo en pocas palabras la
indicación de los procedimientos que deben seguirse para entrar
en comunicación con los Espíritus; piensan que un librito de esta
naturaleza, pudiendo, por lo módico de su precio, circular con
profusión, sería un poderoso medio de propaganda, multiplicando
los médiums; en cuanto a nosotros, miramos tal obra como más
nociva que útil, al menos por el momento. La práctica del
Espiritismo está rodeada de muchas dificultades, y no está exenta
de inconvenientes que solo un estudio serio y completo puede
prevenir. Sería, pues, de temer que una indicación demasiado
sucinta, provocase experiencias hechas con ligereza, que podrían
dar lugar a arrepentirse; éstas son cosas con las cuales no es
conveniente ni prudente jugar, y creeríamos prestar un mal servicio
poniéndolas a disposición del primer atolondrado que tomase como
diversión en hablar con los muertos. Nos dirigimos a las personas
que ven en el Espiritismo un fin serio, que comprenden toda su
gravedad, y no hacen un juego de las comunicaciones con el mundo
invisible.
Habíamos publicado una Instrucción práctica con el objeto de guiar a los médiums; ésta obra está hoy agotada, y aunque se
hizo con un fin eminentemente grave y serio, no la reimprimiremos,
porque no la encontramos aún bastante completa para ilustrar sobre
todas las dificultades que se pueden encontrar. La hemos
reemplazado por ésta, en la que reunimos todos los datos que una
larga experiencia y un estudio concienzudo, nos permitieron
adquirir. Contribuirá, lo esperamos al menos, a dar al Espiritismo
el carácter grave que es su esencia y evitar que se vea en él un
objeto de ocupación frívola de diversión.
A estas consideraciones añadiremos una muy importante
que es la mala impresión que produce sobre las personas novicias
o mal dispuestas, la observación de experiencias hechas
ligeramente y sin conocimiento de causa; pues tienen el
inconveniente de dar del mundo de los Espíritus, una idea muy
falsa y de prestar un flanco a la burla y a una crítica muchas veces
fundada; por eso es que, rara vez, los incrédulos salen convertidos
de estas reuniones, y poco dispuestos a ver el lado grave del
Espiritismo. La ignorancia y la liviandad de ciertos médiums, han
hecho más mal, del que parece, en la opinión de muchas gentes.
El Espiritismo ha hecho grandes progresos desde algunos
años, pero los ha hecho sobre todo inmensos, desde que ha entrado
en la vía filosófica, porque ha sido apreciado por personas
ilustradas. Hoy día nos es ya un espectáculo: es una doctrina de la
que ya no se ríen, los que se mofaban de las mesas giratorias.
Poniendo nuestros esfuerzos en dirigirle y mantenerle en este
terreno, tenemos la convicción de conquistarle más partidarios
útiles, que provocando, de cualquier modo, manifestaciones de
las cuales se podría abusar. Todos los días, tenemos la prueba de
eso por el número de adeptos que ha hecho la sola lectura de El
libro de los Espíritus.
Después de haber expuesto en El libro de los Espíritus la
parte filosófica de la ciencia espírita, damos en esta obra la parte
práctica para uso de aquellos que quieran ocuparse de las
manifestaciones, ya para sí mismos, ya para darse cuenta de los
fenómenos que pueden ser llamados a presenciar. En ella verán los escollos que se pueden encontrar, y tendrán así un medio de
evitarlos. Estas dos obras, aunque continuación la una de la otra,
son hasta cierto punto independientes: pero al que quiera ocuparse
seriamente del asunto diremos que lea desde luego el El libro de
los Espíritus porque contiene los principios fundamentales, sin
los cuales ciertas partes de esta obra serían tal vez difícilmente
comprendidas.
Mejoras importantes fueron introducidas en esta segunda
edición que es mucho más completa que la primera. Ha sido
corregida con un cuidado muy particular por los Espíritus, que
han añadido un número muy grande de observaciones y de
instrucciones del más alto interés. Como todo lo han revistado y
lo han aprobado o modificado a su gusto, se puede decir que
esta edición es en gran parte su obra, porque su intervención no
se ha limitado a algunos artículos firmados; no hemos indicado
los nombres sino cuando esto nos ha parecido necesario para
caracterizar ciertas citas un poco extensas, como emanadas de
ellos textualmente; de otro modo nos hubiera sido necesario
citarlos casi en cada página; notablemente en todas las respuestas
hechas a las preguntas propuestas, lo que no nos ha parecido
útil. Los nombres, como se sabe, importan poco en semejante
materia; lo esencial es que el conjunto del trabajo, responda al
fin que nos hemos propuesto. La acogida hecha a la primera
edición, aunque imperfecta, nos hace esperar que ésta no lo será
con menos favor.
Como hemos añadido, en ella, muchas cosas, y muchos
capítulos enteros, hemos suprimido algunos artículos que tenían
doble colocación; entre otros la Escala espírita que se encuentra
ya en El libro de los Espíritus. También hemos suprimido del
Vocabulario lo que no entraba especialmente en el cuadro de esta
obra, y que se halla substituido con utilidad por cosas más prácticas.
Por otra parte, como este vocabulario no era bastante completo,
lo publicaremos más tarde por separado bajo la forma de un
pequeño diccionario de filosofía espírita; sólo hemos conservado
las palabras nuevas o especiales relativas al objeto del que nos
ocupamos.