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El Libro de los Espíritus > LIBRO TERCERO — LEYES MORALES > CAPÍTULO X — LEY DE LIBERTAD > FATALIDAD > 861
861. El hombre que comete un asesinato, ¿sabe, al escoger su existencia, que llegará a ser asesino?
«No, sabe que, eligiendo una vida de lucha, corre riesgo de matar a uno de sus semejantes, pero ignora si lo hará; porque casi; siempre delibera antes de cometer el crimen, y aquel que delibera sobre algo es siempre libre de hacerlo o no hacerlo. Si el espíritu supiese de antemano que, como hombre debe cometer un asesinato, sería porque estaba predestinado para ello. Sabed, pues, que nadie está predestinado para un crimen y que todo crimen o cualquiera otro acto es siempre resultado de la voluntad y del libre albedrío.
»Por lo demás, vosotros confundís siempre dos cosas muy diferentes: los acontecimientos materiales de la vida y los actos de la vida moral. Si fatalidad existe a veces es respecto de aquellos acontecimientos materiales cuya causa está fuera de vosotros y que son independientes de vuestra voluntad. En cuanto a los actos de la vida moral, dimanan siempre del hombre, quien tiene siempre, por lo tanto, la libertad de elegir. Respecto de estos actos, no existe nunca, fatalidad».
«No, sabe que, eligiendo una vida de lucha, corre riesgo de matar a uno de sus semejantes, pero ignora si lo hará; porque casi; siempre delibera antes de cometer el crimen, y aquel que delibera sobre algo es siempre libre de hacerlo o no hacerlo. Si el espíritu supiese de antemano que, como hombre debe cometer un asesinato, sería porque estaba predestinado para ello. Sabed, pues, que nadie está predestinado para un crimen y que todo crimen o cualquiera otro acto es siempre resultado de la voluntad y del libre albedrío.
»Por lo demás, vosotros confundís siempre dos cosas muy diferentes: los acontecimientos materiales de la vida y los actos de la vida moral. Si fatalidad existe a veces es respecto de aquellos acontecimientos materiales cuya causa está fuera de vosotros y que son independientes de vuestra voluntad. En cuanto a los actos de la vida moral, dimanan siempre del hombre, quien tiene siempre, por lo tanto, la libertad de elegir. Respecto de estos actos, no existe nunca, fatalidad».