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EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo > PRIMERA PARTE > CAPÍTULO I - El porvenir y la nada > 6
6. Se puede, además, formular la objeción siguiente contra esa doctrina:
todas las gotas de
agua procedentes del océano se asemejan y tienen propiedades idénticas,
como las partes de un
mismo todo. ¿Por qué las almas, si proceden de ese gran océano de la
inteligencia universal, se
asemejan tan poco? ¿Por qué el genio al lado de la estupidez? ¿Las
virtudes más sublimes al lado de
los vicios más vergonzosos? ¿La bondad, la dulzura, la mansedumbre, al
lado de la maldad, de la
crueldad y la barbarie? ¿Cómo difieren tanto unas de otras partes de un
todo homogéneo? Se dirá.
Acaso, que es la educación la que las modifica. Pero entonces, ¿de dónde
proceden las cualidades según el Espiritismo innatas, las inteligencias
precoces, los instintos buenos y malos, independientes de toda
educación y
muy a menudo poco en armonía con los ámbitos en que se desarrollan?
La educación, sin duda alguna, modifica las cualidades intelectuales y
morales del alma.
Pero aquí surge otra dificultad. ¿Quién da al alma la educación para
hacerla progresar? Otras almas
que, siendo de un mismo origen, no deben estar más adelantadas. Por otra
parte, el alma, volviendo
al Todo Universal de donde salió, después de haber progresado durante la
vida, lleva allí un
elemento más perfecto, de lo que se deduce que ese todo, con el tiempo,
debe encontrarse
profundamente modificado y mejorado. ¿Cuál es la causa de que
incesantemente salgan almas
ignorantes y perversas?