EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo

Allan Kardec

Usted esta en: EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo > PRIMERA PARTE > CAPÍTULO X - Intervención de los demonios en las manifestaciones modernas > 4
4. Veamos cómo explica la intervención exclusiva de los demonios en las manifestaciones modernas. (1)


“En su intervención exterior, los demonios no están menos solícitos en disimular su presencia, para apartar las sospechas. Siempre astutos y pérfidos, atraen al hombre en sus emboscadas antes de imponerle las cadenas de la opresión y de la servidumbre. Aquí despiertan la curiosidad por fenómenos y juegos pueriles, allá llenan de admiración y subyugan por el atractivo de lo maravilloso. Si lo sobrenatural aparece, si su poder les quita la máscara, calman y aplacan las aprehensiones, solicitan la confianza, y provocan la familiaridad. Tan pronto se hacen pasar por divinidades y buenos genios, como toman los nombres y aun las facciones de los muertos que han dejado alguna memoria entre los vivos. A favor de estos fraudes, dignos de la antigua serpiente, hablan y se les escucha, dogmatizan y se les cree. Mezclan a sus mentiras algunas verdades, y hacen aceptar el error bajo todas las formas.


”A eso van a parar las pretendidas revelaciones de ultratumba. Para obtener este resultado, la madera, la piedra, los bosques y las fuentes, el santuario de los ídolos, el pie de las mesas, la mano de los niños, producen oráculos. Por eso la pitonisa profetiza en su delirio, y el ignorante, en un misterioso sueño, viene a ser de repente el doctor de la ciencia. Engañar y pervertir, tal es, por todas partes y en todos los tiempos, el objetivo final de estas extrañas manifestaciones.


”Los sorprendentes resultados de estas observaciones o de estos actos, la mayor parte extravagantes y ridículos, no pudiendo proceder de su virtud intrínseca, ni del orden establecido por Dios, sólo pueden resultar del culto de las potencias ocultas. Tales son, especialmente, los fenómenos extraordinarios obtenidos en nuestros días por los procederes, en apariencia inofensivos, del magnetismo, y el órgano inteligente de las mesas parlantes. Por medio de estas operaciones de la magia moderna, vemos reproducirse entre nosotros las evocaciones y los oráculos, las consultas, las curaciones y los prestigios que han ilustrado los templos de los ídolos y los antros de las sibilas.


”Como en otro tiempo, se manda a la madera, y la madera obedece. Se la interroga, y responde en todas las lenguas y sobre todas las cuestiones. Se encuentra uno en presencia de seres invisibles que usurpan los nombres de los muertos, y cuyas pretendidas revelaciones llevan el carácter de la contradicción y de la mentira. Formas ligeras y sin consistencia aparecen de repente, y se muestran dotadas de una fuerza sobrehumana.


¿Cuáles son los agentes secretos de estos fenómenos, y los verdaderos actores de estas escenas inexplicables? Los ángeles no aceptarían estos papeles indignos, y no se prestarían a todos los caprichos de una vana curiosidad. Las almas de los muertos, que Dios prohíbe consultar, permanecen en la morada que les ha señalado su justicia, y no pueden, sin su permiso, ponerse a las órdenes de los vivos. Los seres misteriosos que comparecen tanto al primer llamamiento de los heréticos y de los impíos, como de los fieles, del crimen como de la inocencia. no son ni los enviados de Dios, ni los apóstoles de la verdad y de la salvación, sino los secuaces del error y del infierno.


“A pesar del cuidado que tienen en ocultarse bajo los nombres más venerables, se hacen traición por la ninguna importancia de sus doctrinas, no menos que por la bajeza de sus actos y la incoherencia de sus palabras. Se esfuerzan en borrar del símbolo religioso los dogmas del pecado original, de la resurrección de los cuerpos, de la eternidad de las penas, y toda la revelación divina, a fin de quitar a las leyes su verdadera sanción y abrir al vicio todas las barreras. Si sus sugestiones pudiesen prevalecer, formarían una religión cómoda para el uso del socialismo y de todos aquellos a quienes importuna la noción del deber y de la conciencia. La incredulidad de nuestro siglo les ha preparado los caminos. ¡Ojalá que las sociedades cristianas puedan, por una vuelta sincera a la fe católica, escapar del peligro de esta nueva y temible invasión!”


______________________________________________________
(1). Las citas de este capítulo están tomadas de la misma pastoral que las del capítulo precedente, del que son continuación, y tienen la misma autoridad.