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Diversidad de mundos
58. Habéis seguido nuestras excursiones celestes y visitado con nosotros las regiones
inmensas del espacio. Ante nuestros ojos los soles sucedían a los soles, los sistemas a los sistemas,
las nebulosas a las nebulosas. El panorama espléndido de la armonía cósmica se desplegó delante de
nuestros pasos. Hemos recibido un anticipo de la idea de lo infinito, mas lo comprenderemos en su
magnitud total conforme a nuestro grado de perfección en el futuro. Los misterios del éter revelaron
su enigma, hasta hoy indescifrable, y hoy tenemos, al menos, la noción de la universalidad de las
cosas. Ahora, es necesario detenernos y reflexionar.
59. Haber reconocido la pequeñez de la Tierra y su mediocridad en la jerarquía de los
mundos es un adelanto. Haber abatido la fatuidad humana, a la que somos tan proclives, es otro
paso hacia adelante. Pero aún nos falta interpretar en su faz moral el espectáculo que acabamos de
presenciar. Deseo hablar del poder infinito de la Naturaleza y de la idea que debemos tener de su
modo de accionar en las diversas partes del vasto Universo.
60. Habituados como estamos a juzgar a las cosas en comparación con nuestra y pequeña
residencia, nos imaginamos que la Naturaleza no ha podido o no ha debido actuar en otros mundos
sino por medio de las reglas conocidas aquí. Ahora bien, es precisamente este juicio el que debemos
reformar.
Detened vuestros ojos en una región cualquiera de vuestro mundo y en una de las tantas
creaciones de vuestra Naturaleza, ¿no veis vosotros el sello de una diversidad infinita y la prueba de
una actividad sin igual? ¿No reconocéis, acaso, en el ala de un pequeño pájaro de las Canarias o en
el pétalo de un botón de rosa entreabierto la fecundidad prestigiosa de esta bellísima Naturaleza?
Vuestros estudios pueden elevarse a los seres que planean en los aires, descender a la
violencia de los prados y llegar a las profundidades del océano, y por doquier leeréis esta verdad
universal: La Naturaleza omnipotente actúa según los lugares, los tiempos y las circunstancias. Es
una en su armonía general, pero múltiple en sus efectos. Interviene tanto en el Sol como en la gota
de agua. Puebla de seres vivos un mundo inmenso con la misma facilidad con que abre al huevo que
deposita la mariposa en el otoño.
61. Ahora bien, si tal es la variedad que la Naturaleza pudo plasmar en los diferentes lugares
de este pequeño mundo tan estrecho y limitado, ¡cuánto más debéis ampliar esa concepción al
imaginar las perspectivas de los vastos mundos! ¡Cuánto más debéis desarrollarlas y reconocer su
enorme poder si la aplicamos a los maravillosos mundos que, en mayor medida aún que en la
Tierra, atestiguan su incognoscible perfección!
No imaginéis alrededor de los soles del espacio sistemas parecidos a vuestro sistema
planetario. No penséis que en otros planetas desconocidos existirán los tres reinos naturales que
tenéis en el vuestro. Pero pensad que así como no existe un rostro humano idéntico a otro en toda la
especie humana, así también una diversidad prodigiosa e inimaginable fue esparcida en las
residencias eternas que bogan en el seno de los espacios.
Debido a que vuestra Naturaleza animada comienza en el zoófito y concluye en el hombre.
En razón de que la atmósfera alimenta la vida terrestre y el elemento líquido la renueva sin cesar,
así como vuestras estaciones producen fenómenos que las dividen, no deduzcáis que los millones de
millones de tierras que se desplazan por el espacio sean parecidas a la vuestra. Lejos de eso, difieren
según las diferentes condiciones que les son propias y de acuerdo a su papel respectivo en el
escenario del mundo. Son como las piedras preciosas que componen un gigantesco mosaico, como
las flores diversificadas de un admirable jardín.