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33. La Vía Láctea es, en efecto, una campiña sembrada con flores solares o planetarias que
brillan en la vastedad. Nuestro Sol, y todos los cuerpos que lo acompañan, forma parte de esos
mundos refulgentes que componen la Vía Láctea. Pero, a pesar de sus dimensiones gigantescas con
relación a la Tierra y a la vastedad de su imperio, él ocupa un lugar poco apreciable en la Creación.
Podemos contar unos treinta millones de soles parecidos a él que gravitan en esta inmensa región,
alejados unos de otros por una distancia de más de cien mil veces el radio de la órbita terrestre.