Muchas personas nos han pedido les indiquemos las condiciones a llenar y la manera de comportarse
para ser médiums. La solución de este problema es más complicada de lo que a primera vista parece, porque
se basa sobre conocimientos preliminares de cierta extensión. Para hacer experimentos físicos y químicos, es
preciso antes conocer la física y la química. Las contestaciones que hemos dado a nuestros consultantes no
podían comprender desarrollos incompatibles con los limites de una carta, Y, por otra parte, el tiempo
material no nos hubiera permitido satisfacer todas las peticiones. Esto es lo que nos ha determinado a
publicar esta instrucción, necesariamente mas completa que cuanto hubiéramos podido decir directamente.
Se equivocaría el que creyera hallar en esta obra una receta universal e infalible para formar médiums.
Aunque cada cual encierre en si mismo el germen de las cualidades necesarias para llegar a serlo, esas
cualidades no existen sino en grados muy diferentes, y su desarrollo obedece a causas que no está en nadie
poder manejar a voluntad. Las reglas de la poesía, de la pintura y de la música no convierten en poetas, en
pintores ni en músicos a los que carecen de genio: se limitan a guiar en el empleo de las facultades naturales.
Lo mismo ha de ocurrir con nuestro trabajo. Su objeto es indicar los medios de desenvolver la facultad
medianímica en lo que permitan las disposiciones de cada uno, y sobre toda, el dirigir el empleo de una
manera útil cuando la facultad exista. Mas este no es el solo objeto que nos hemos propuesto. Al lado de los
médiums propiamente dichos, está la multitud, que crece de día en día, de las personas que se ocupan de las
manifestaciones espiritistas; y guiarlas en sus observaciones, señalarles los escollos que pueden y deben
necesariamente encontrar en una cosa tan nueva, iniciarlas en la manera de conversar con los Espíritus,
indicarles los medios de obtener buenas comunicaciones, no deja de ser asunto muy conveniente, y ése es el
círculo que debemos abarcar, so pena de hacer un trabajo incompleto. Por consiguiente, nadie debe extrañar
hallar en nuestro trabajo ciertos detalles que si a primera vista pueden parecer innecesarios, la experiencia
demostrará su utilidad. Después de haberlo estudiado con cuidado, se comprenderán mejor los hechos de que
será testigo, y el lenguaje de ciertos Espíritus parecerá menos extraño. Como instrucción práctica, no se
dirige, pues, exclusivamente a los médiums: sino a todos aquellos que se propongan obtener y observar los
fenómenos espiritistas.
La ciencia espirita se basa necesariamente en la existencia de los Espíritus y en su intervención en el
mundo corporal. Este es un hecho adquirido por un tan gran número de pruebas, que una nueva demostración
resultaría superflua. Siendo nuestro objeto guiar a las personas que desean ocuparse de las manifestaciones,
las suponemos suficientemente edificadas sobre este punto y sobre las verdades fundamentales que de él se
derivan, para que resulte inútil entrar en explicaciones a este respecto. Por eso no las discutiremos ni
estableceremos controversia para refutar las objeciones. No nos dirigimos sí no a los convencidos y a los
dispuestos de buena fe a dejarse convencer. En cuanto a los que les falta aprenderlo todo, sepan que no
hallarán aquí ciertas demostraciones que posiblemente desean, porque consideramos el punto de partida
como definitivamente admitido. A los que opongan reparos a este punto de partida, les decimos: “Ved y
observad cuando la ocasión se os presente, y si a pesar de los hechos y de los razonamientos persistís en
vuestra incredulidad, consideraremos tiempo perdido el que pudiéramos emplear en tratar de lo sacaros de un
error; en el que sin duda os complacéis. Respetamos vuestra opinión y os pedimos que os dignéis respetar la
nuestra. La petición no puede ser más modesta.”
Empezaremos esta instrucción exponiendo los principios generales de la doctrina. Aunque pudiera
parecer más racional que empezáramos por la práctica, creemos que en este caso no es así. Hay una
convicción moral que sólo el raciocinio puede dar. Aquellos que hayan adquirido las primeras nociones por
el estudio de la teoría, comprenderán mejor las necesidad de ciertos preceptos recomendados en la práctica y
aportarán a ésta, disposiciones mas favorables. Conduciendo a los indecisos al terreno de la realidad,
esperamos destruir los prejuicios que pueden perjudicar el resultado que se apetece, ahorrar ensayos inútiles
por mal dirigidos o dirigidos hacia lo imposible, y combatir, finalmente, las ideas supersticiosas que tienen su
fuente en la noción falsa o incompleta de las cosas.
Las manifestaciones espiritistas son la fuente de una multitud de ideas nuevas que no han podido hallar
su representación en el lenguaje usual. Se las ha expresado por analogía, como sucede al principio de toda
ciencia. De ahí la ambigüedad de las palabras, origen de inagotables discusiones. Con palabras claramente
definidas y con un nombre para cada cosa, la comprensión se hace más fácil. Si se discute, se discute sobre el
fondo, y no sobre la forma. Con el fin de alcanzar este objeto y de poner en orden las ideas nuevas y todavía
confusas, damos, en primer término, una explicación sucinta, aunque bastante completa para fijar las ideas,
sobre todas las palabras que se relacionan con la doctrina de un modo directo o indirecto. La ciencia espirita
debe tener su vocabulario, como toda otra ciencia. Para comprender una ciencia, se impone, primero,
comprender su lenguaje. Es lo primero que recomendamos a los que quieran hacer un estudio serio del
Espiritismo. Cualquiera que pueda ser ulteriormente su opinión personal sobre los diversos puntos de la
doctrina, podrán discutir con conocimiento de causa. La forma alfabética adoptada permitirá recurrir más fácilmente a las definiciones, y las instrucciones a ella anexas, que son como la bóveda del edificio, servirán
para refutar en pocas palabras ciertas para evitar ciertas críticas y para evitar una multitud de preguntas.
La especialidad del objeto que nos hemos propuesto, indica los límites naturales de esta obra. La ciencia
espirita, abarcando todos los puntos de la metafísica y de la moral, y, puede decirse, la mayor parte de los
conocimientos humanos, no cabe en marco tan reducido que nos permita abordar todos los temas ni discutir
todas las objeciones. Para los desarrollos complementarios, remitimos al lector al Libro de los Espíritus y a la
Revue Spirite. En el primero se hallará una exposición completa y metódica de la doctrina, tal como ha
sido dictada por los mismos Espíritus; y en la segunda, además de una relación y apreciación de los hechos,
se hallará una variedad de temas sólo posible en la forma de publicación periódica. La colección de esta
revista forma el repertorio más completo sobre la materia, desde el triple punto de vista histórico, dogmático
y crítico.